Para llegar a
esta modernidad, la humanidad ha debido hacer muchos sacrificios, teniendo o no
conciencia de su paso. En particular en todo lo relacionado con la ecología.
Hoy todos somos ecologistas o ecológicos sin tener mayores nociones sobre el
tema, pues nos dejamos llevar por los sabios de las redes sociales, en donde se
puede pontificar sin necesidad de mayor estudio.
Me he
preguntado cómo llegó el hombre a lo que es. Destruyendo y naturalmente
construyendo, bien o mal. Los problemas ecológicos no son nuevos, sólo que hoy
somos más conscientes de ellos. Si se retrotrae la memoria a la aparición del
hombre y del fuego, por ejemplo, se comenzó la deforestación –a pequeña escala,
dirán unos, porque éramos pocos-, pero allí se comenzó. Se necesitaba la leña
para mantener el fuego. Para hacer un refugio más cálido se necesitó hacer
casas, que eran de madera. Para llegar a la casa, el camino se convirtió en
carretera, lo que implicaba deforestación. Para hacer una aldea y mantenerla se
necesitó de la madera, de la agricultura, de los campos en dónde pastar. Y si
sigue el pensamiento, la deforestación fue necesaria para la subsistencia
humana que fuera proveyendo simplemente las necesidades humanas. Nadie midió
las consecuencias. Y estamos hablando de más de diez mil años, si seguimos a
quienes dicen que ese es el tiempo en que aterrizó el ser humano en este
planeta. Y eso que no me quiero imaginar cuando estaban los dinosaurios, la
parte en que esos grandes monstruos también debían hacer lo suyo; por
alimentarse o por pasar por un bosque, debieron arrasar.
La modernidad
entonces requiere sacrificios o es que nadie ha pensado en que el lugar en
donde habita tuvo que ser devastado para construir? Y eso que la madera se dejó
de utilizar como combustible hacer cerca de cien años, nada más. Y una represa
que provee agua y luz? Y así puedo seguir per
infinitum. Pero hoy, sin tener mayor conocimiento, nos rasgamos las
vestiduras. Si no hubiera avanzado la civilización estaríamos en cavernas y
todo lo que ello conlleva.
Dirán muchos
muchas cosas de mí y de estas líneas, pero objetivamente es así. Para crear hay
que destruir. Y hoy naturalmente se permite la destrucción pero más
racionalmente, hay leyes para todo. Si se necesita hacer un edificio,
naturalmente se exige la compensación del árbol, del prado.
Veo noticias
sobre las talas ordenadas por la alcaldía y la culpabilidad del alcalde de
turno, sin beneficio de duda. Sé que en Bogotá, al menos en la teoría, no se
puede talar ningún árbol sin estudio y autorización previos, en el caso por
parte del Jardín Botánico. Piden un parque y cuando se les da, la crítica
llueve. Teóricamente árbol caído, hijo que debe sustituirle y si no se hace el
parque, la crítica llueve. Allí está la razonabilidad de las noticias y de los
chismes que circulan en redes sociales, implacables, sin fórmula de juicio –en
las que he caído naturalmente-.
Concluyo
entonces, si se respetara estrictamente el ecosistema no tendríamos pueblos ni
ciudades, caminos ni carreteras, ni acueductos ni luz transportadas, no habría
internet –menciono éste porque hoy es el principal distractor de la vida moderna
y el que no puede faltar para los actuales moradores de este planeta, pues el
resto puede faltar, según ellos mismos piensan-.
Si queremos
ser modernos debemos aceptar parte del sacrificio que ello representa,
naturalmente con una contraprestación equilibrada, como equilibrado debería ser
nuestro pensamiento, nuestro razonamiento, nuestra conciencia.
Lo
obvio era que allí se hacía preciso tomar decisiones arriesgadas o no avanzarían
jamás. Sólo da pasos quien pone un pie delante del otro. Y sólo cañonea con verdadera
capacidad de causar daño quien se expone a ser, igualmente, cañoneado.(1)
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