lunes, 20 de enero de 2020

REFLEXIONES DE UN AGNÓSTICO?



            Ante la imposibilidad de definirme entre crédulos e incrédulos he optado por el agnosticismo, por aquello de la ley de probabilidades y de que no existen las brujas, pero que las hay, las hay.

            Y eso me ha llevado a unas lecturas que resultan dicientes y que, en materia religiosa, hacen que la duda sea malediciente, por ejemplo aquellas que predican a un Dios de bondad pero que en boca de sus elegidos dejan mucho qué desear.

            Por el momento, la antigua oración que se hacía en tiempos de bárbaras naciones al momento de la excomunión –actualmente no sé cuáles son las palabras que usa la iglesia para tales efectos. Oficialmente no me las han notificado- :

“Malditos sean siempre y en todas partes; malditos sean día y noche y a todas horas malditos sean cuando duermen y cuando están despiertos; malditos sean cuando comen y cuando beben malditos sean cuando callan y cuando hablan. Malditos sean de pies a cabeza. Que sus ojos se cieguen; que sus oídos ensordezcan; que su boca enmudezca; que su lengua se quede pegada al paladar; que sus manos no puedan ya tocar nada más y que sus pies no puedan ya andar. Malditos sean todos sus miembros; malditos sean cuando están de pie, cuando yacen y cuando están sentados. Que sean enterrados con los perros y los burros, que los lobos rapaces devoren sus cadáveres.(1)

            Invocaciones que dejan mucho qué desear respecto de ese Dios que predican.

            Otra, que a pesar de provenir de otra novela, son frecuentes en los consabidos representantes, cuestión que ya de por sí implica contradicción:

Esperemos que Dios destruya a todos sus enemigos —dijo el papa santiguándose. (2)


            De allí que, en cuanto a sus iglesias, piense que ellas resultan un tanto culpables ante mi falta de credulidad:

Las iglesias, en efecto, no tienen razón y, lo que es peor, arrastran a sus seguidores a un mar de confusión y de angustias innecesarias. (3)

La Iglesia nos dice que en la vida podemos elegir, pero a veces me pregunto si los antiguos griegos no tendrían razón, en el sentido de que existen dioses juguetones —y a veces perversos— que entretejen nuestro destino y hacen estragos en nuestra vida.(4)

            No sé si el tiempo me lleve a otros caminos, al ser indescifrables los de Dios y cambie de opinión, hacia uno u otro lado, el de la espiritualidad profunda o al de la incredulidad total; mientras, sigo apostándole al cincuenta por ciento, por aquello de las probabilidades.

            Y mientras, igualmente, espero que con paciencia mis reflexiones no den lugar a más excomuniones ni me maldigan en silencio –aunque lo mejor es que sea en silencio para no alterar mis energías- a pesar de que las citas de estas reflexiones son autores que no son de agrado de católicos ortodoxos.

Naturalmente, sabía de sobra que la pregunta «por qué he nacido» se la habían formulado ya millones de seres humanos y siempre en vano, que la respuesta pertenecía a ese enigma llamado Vida, que para fingir que la había encontrado tendría que recurrir a la idea de Dios. (5)

Tomado de Facebook. 
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[1] Hanny Alders - El Señor de los Cátaros.
[2] Mario Escobar - El Papa Ario.
[3] JJ Benitez. Caná.
[4] Gary Jennings, Robert Gleason y Junius Podrug. Sangre azteca.
[5] Oriana Fallaci. Un sombrero lleno de cerezas.

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