Me
encuentro en el punto de no saber si es mejor recordar u olvidar la historia.
Es tema álgido y difícil de discernir. En ambos extremos hay opiniones pudiendo
ser ambas respetables, aunque incómodas.
Viendo en
televisión, que me hace recordar que todos los años termina siendo la misma
historia, la conmemoración de un año más de hecatombes. Sí, es cierto, me digo,
que fue triste y trágico lo que hicieron los nazis, como trágica fue la
colonización española o la inglesa, como infame fue la esclavitud no solo negra
sino humana, desde tiempos anteriores al imperio romano. Como igualmente fue el
exterminio callado del comunismo ruso o el chino. Es decir, a lo largo de la
historia el exterminio o el sometimiento ha sido una constante y seguirá siendo
con las sutilezas modernas.
Pero mi
reflexión me lleva a pensar si no es hora de dar paso a otra página, dejar que
lo pasado tenga su más honorable entierro –sin significar necesariamente
olvido- y caminar a partir del hoy, reflexionando sobre él con miras a un
futuro mejor.
La
constante repetición de verdades incómodas lo único que está generando, en la
actualidad con las redes sociales, es odio, nada más que eso. Y es allí donde
se radicalizan las opiniones, en la mayoría de casos sin haber sido ni siquiera
afectados pero que se consideran con autoridad para opinar, aún sin conocer la
verdadera historia, guiados solo por el chisme de la red social. Si nos hemos
de odiar, odiémonos por hechos que estamos soportando en la actualidad, no por
aquellas barbaridades ocurridas en la conquista o en las guerras del pasado, de
las cuales, como dije, ni siquiera nos hemos empapado con alguna profundidad.
Vale la
pena enfrascarnos hoy por el exterminio nazi, pero no hacemos nada ahora con la
proliferación de neonazis, distorsionado el pensamiento del ayer y del hoy?
Vale la pena denigrar contra los españoles por la conquista contra los
indígenas de las Américas?
Supongo que
es hora de pasar la página de la historia para quitarnos de encima el odio que
esas páginas dolorosas y sangrientas continúan generando en un silencioso
transcurrir que solo llevan a dividirnos más como género humano.
Eso es. Ya
estamos todos. A veces la muerte es como una ecuación algebraica, una larga
serie de factores X y valores Y, multiplicados y divididos, sumados y restados
hasta que se obtiene una solución simple pero espantosa: cero. Y en aquel
momento la fórmula estaba escrita.(1)
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