Buena pregunta. Aclaro que no es de mi propia cosecha, desafortunadamente. La oí viendo televisión, de pronto del doctor House.
Pero
resulta una buena pregunta, es especial en estas épocas. Y ello me llevó a
pensar en qué importantes temas se ocupa Dios en su diario quehacer?
De
qué se ocupará mientras esta pandemia progresa? Del espacio adicional que
necesita por la pandemia? O de cómo llenar el espacio que están dejando los que
van a su derecha? (será que los que queden a su izquierda no son muy queridos)
(por aquello de que siniestra no se menciona, pero si la diestra?). Sacrílego,
oigo que me grita más de uno (iba a decir más de un santurrón, pero omito el
comentario).
Como
sea, me gustaría saber a qué se dedica Dios en su día a día. A oírme? Lo dudo,
creo que se cansó al oí mi primer llanto. Y además, soy un anónimo más a sus
oídos (como tantos de nosotros, que no quieren reconocerlo). A oír la retahíla de
tanto pedigüeño (o camandulero, si se desea). O realmente hace oídos sordos
ante tanta queja de esta humanidad (agobiada y doliente? O quejetas por
naturaleza).
Y me
pregunto (eso sí de mi propia cosecha), será que tiene una agenda de
compromisos? Será Miguel el que lleva su agenda? (dicen los que saben que es el
que tiene más alto grado, pero me pone a dudar, pues entre ángeles hay
jerarquía y por encima de los arcángeles hay dos jerarquías superiores,
coronadas por los serafines). Y que recuerde, por mi experiencia terrenal, solo
se accede al jefe según la importancia de quien sea agendado (será el Papa el
primero?) (o el presidente de Estados Unidos, como nos han envenenado?) (las camanduleras
pueden olvidarse de la cita, de antemano) (como yo me he olvidado).
Y a
propósito, en dónde andará Dios en estas épocas?
… asintió mientras se encomendaba a Sant’Antonio, patrón de las causas y las cosas perdidas: «Querido Sant’Antonio, líbrame del peso que llevo sobre los hombros y te estaré agradecido por los siglos de los siglos, amén». Su madre le había enseñado siendo él un niño que era vulgar y de mala educación negociar con los santos, ofrecerles oraciones o buenas obras a cambio de favores. «Diles que les estarás muy agradecido —lo había instruido ella—. Al fin y al cabo, están en el Cielo. ¿Qué más podrían necesitar?»(1)
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