Una frase al aire me hizo pensar en que somos seres programados, sin ser un símil informático, aunque termina siendo lo mismo.
Desde
pequeños nos programan -y luego nosotros hacemos otro tanto- : No puede
hacer esto, no puede hacer aquello, que se baje de ahí, que se esté quieto, que
dos mas dos son cuatro y por cuatro son dieciséis, (a+b)2=a2+2ab+b2, que eme
con a ma, que Dios creó el mundo, que vaya por el mandado, que para que se puso
a tener hijos, que pida rebaja que a todos se la hacen, que se baje de ese
columpio, que cuidado con el Transmilenio y un eterno etcétera que abarca
lo imaginado.
Luego
de lo dicho, no somos programados desde siempre, qué va, la genética también
tiene su parte y la misma cantaleta la proseguimos por generaciones, con las
variaciones propias de cada tiempo.
Somos
programados (cual computador) y así alimentan nuestro cerebro (cual disco duro)
y a la vez nos hacen programar a los siguientes, a pesar de que somos algo más
que la programación.
Otra
ironía de la vida.
Que se vayan al carajo la marea creciente de
las prohibiciones.[1]
[1] Asuntos de un hidalgo
disoluto. Héctor Abad Faciolince.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario