Sueño o ilusión que es producto de la imaginación y que se anhela o se persigue pese a ser muy improbable que se realice. O con la precisión de la RAE: Aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo. Lo que da otra connotación.
De eso también vivimos.
De quimeras, sueños y anhelos que defraudan cuando no se cumplen. Sí, lo sé, producto
de la imaginación, que es lo que nos sobra. Esperanzas infundadas, tal vez, pero
siguen siendo sueños, meras quimeras que animan al alma a seguir, en este valle
de lágrimas.
Lo que me llevó
a buscar la mitología griega y, si de allí proviene la palabra, estamos
jodidos, porque La quimera vagaba por las regiones de Asia Menor aterrorizando
a las poblaciones y engullendo animales, y hasta rebaños enteros. Por lo
tanto era un mal sueño y una ilusión que uno no quisiera tener.
Lo equívocas
que pueden resultar las palabras, cuando la ignorancia está de por medio. O
cuando parecen ser lo que no son; de ahí la importancia de tener bien abiertos
los oídos y los ojos, pues ellos también nos llevan a ver cosas que de
pronto tampoco lo son. Puede que todo termine siendo una mera quimera, de la
que no podemos escapar.
Es una cuestión filosófica, ¿no? ¿Cómo puedo
saber algo si lo ignoro? ¿Cómo puedo saber que algo sucede si no lo
experimento?[1]
[1] Peter Robinson. Un trozo de corazón.
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