A lo largo de una semana viendo un noticiero español, la noticia era la muerte de una muchachita a manos de su exmarido, excompañero, examante, no entendí cuál de esas era la condición final. Todo el mundo salió a la palestra por otro feminicidio; que cuelguen al asesino, era una muchachita con un gran futuro, una hija perfecta, dicen todos. Está bien, que cojan al asesino y lo cuelguen, dice todo el mundo, yo entre ellos.
Al día siguiente, morbosamente remarcando la noticia, se centraron en que la víctima fatal de ese feminicidio ya había tenido problemas con su excompañero, de pelea diaria, que lo había denunciado y que quería protección, pero que cuando se la ofreció la policía resultó que ella ya no quería la orden de alejamiento. Pero seguía siendo la muchachita fatalmente asesinada por un matón que tenía de compañero, con quien tenía ya un hijo. Ya la cosa va cogiendo otro color.
Y otro día, que la víctima de fatal feminicidio semanas atrás había decidido volver a convivir con el horrible asesino. El color de la historia va pasando a visos más oscuros.
Y sigue otro día la noticia; que la custodia del hijo se la habían quitado tanto a padre como a madre y se la habían dado a la abuela. Ah! entonces la asesinada no era tan buena como padres y vecinos la pintaban, ya el color de la historia se oscurece. Si no tenía la custodia era porque no había sido buena madre, por el contrario, la joyita no soportaba a su propio hijo y uno ya deja de pensar en todos esos testimonios que la pintaban como una mujer con un futuro promisorio. Pero qué fatal feminicidio, siguen clamando algunos.
Y los morbosos periodistas siguen con el cuento, explotando todo aquello que condena el feminicidio. Y la historia terminará, aunque los periodistas ya no la contarán, por haber perdido vigencia la noticia, con aquello de que el asesino actuó en defensa propia, al ser atacado brutalmente por la joyita de compañera que tenía, con tan brillante futuro. Murió en olor a santidad, pero sinceramente no sé a que huele un santo, tengo entendido que todos nos podrimos de la misma forma y el olor no es del más deseable.
Por la falta del contexto de una noticia y manipulados por los periodistas morbosos tomamos un partido, como buenos culiprontos que somos, cuando la realidad es diferente y como rebaño llevado a una posición diferente a lo realmente ocurrido. Nos encantan las noticias como buenos morbosos que somos.
Y sigo pensando, para qué adjetivizar un hecho, no basta con haber sido un homicidio simple y llanamente? De esa manera se quitan los morbos y se dejan de mitificar palabrejas que resultan sobrantes que solo se imponen para divinizar lo que no es y que son aprovechadas por intereses más ocultos.
En conclusión, la muchachita muerta, no era una mosquita muerta, no murió en olor de santidad, su futuro violento no prometía mucho, era una madre desnaturalizada, entonces para qué tantas velitas en el portal de la escena, tantos llantos si para sus padres, sinceramente, fue una liberación de ese futuro que les esperaba de permanente angustia.
Sencillamente, las cosas no son como dicen ser.
Probablemente
largos años más hubiera Espeleta conservado su autoridad en el virreinato
neogranadino si no enviara en lugar del prudente y juicioso Mendieta á don
Antonio Amar y Barbón, quien se gozó en deshacer toda la labor benéfica que Mendieta
había logrado plantear en la Colonia" "Militar sin talentos y
dominado por su mujer doña Francisca Villalona (dice el historiador Restrepo,
que la conoció personalmente) la cual muy pronto dedicose á vender
escandalosamente los empleos" el señor Amar se hizo antipático desde un principio,
de manera que exasperó á los colonos y les hizo comprender la necesidad
absoluta que tenían de sacudir el yugo de la madre patria que tan mal les
trataba.[1]
[1] Biografía del General Antonio Nariño.
Soledad Acosta de Samper.