martes, 20 de junio de 2023

¿ESO SOMOS?

                Desde que la humanidad apareció, siempre se ha visto rodeada de violencia. Al menos eso es lo que nos enseñan los que han escrito al respecto. Para comer, había que matar. Para obtener algo, se debía conquistar y la conquista siempre ha implicado el sometimiento de un prójimo y rara vez ese sometimiento se logra a las buenas.

 

                Cuando ya el hombre se adaptó a vivir en comunidad para mantener la paz requirió del poder de la violencia, ya fuera castigando al alevoso que se quería imponer o al vecino que quería invadirle.

 

                Y viendo la historia, cada etapa ha sido constantemente regida por la violencia, para mantener la paz o para hacer la guerra, a pesar de la contradicción. Son pocos los períodos históricos que han sido reseñados como pacíficos o al menos estables, porque en cualquier caso la intriga humana es factor disociativo, producto de la envidia o del deseo de tener más.

 

                Eso nos ha hecho seres permanentemente violentos, por defensa o por ataque. Si se hiciera un recuento histórico no ha habido siglo sin guerras, internas o externas. Nada más pensar en los exterminios que se generaron el siglo pasado, con dos guerras mundiales, la de Corea, la de Vietnam y de ahí para adelante, entrando en este siglo que tampoco se ha caracterizado por ser tranquilo. Que no la hayamos tocado de cerca, pensando en el caso particular, eso no quiere decir que la violencia no esté patente a cada momento. Nada más hoy, además de la violencia física que se genera con tanta ansia de poder, tenemos la violencia sicológica, la que usamos con nuestros comentarios ácidos, perversos, discriminatorios y desobligantes contra las autoridades. Me confieso, no me gusta el gobierno y así lo hacía saber, pero viendo el desgaste que eso produce, al tener que mordernos de nuestras palabras, encuentro que es un desgaste inútil, que naturalmente envenena a más de uno, a los contradictores y a los que pueden pensar como uno, es de doble vía.

 

                Pero sí, pareciera que el ser humano es violento por naturaleza o por costumbre, nada más vernos recién nacidos y las formas que se utilizan para llamar la atención, para hacer ver que somos el centro del mundo, por no decir su ombligo. Y si pudiéramos vernos como individuos, a lo largo de los años, el ingrediente violento ha esta presente en todo momento, cuántas veces no hemos recurrido a ella, cuántas otras hemos ahogado el piedronón que nos sacan, cuántas más hemos estado tranquilos pero a la defensiva. Ninguno puede afirmar que no sea violento, de alguna manera, de pensamiento, palabra y obra, ni el santo padre que debe enfrentar a la curia, que no es precisamente un nido de amor.

 

Ya de tiempo atrás, sin ir demasiado lejos, se sentía desde épocas del Libertador vitoreaban una era de paz y de bonanza, que aún estamos aguardando al cabo de más de noventa años de independencia y desde entonces hemos ensayado innumerables sistemas gubernativos, los cuales nunca nos han dado la paz, la tranquilidad y la dignidad que apetece un pueblo capaz de gozar de ese bello inapreciable que se llama la libertad bien entendida. Sin embargo, es deber de todos confiar en lo por venir y trabajar sin tregua en el espíritu de las nuevas generaciones para inocularles esas virtudes sin las cuales no habrá país ninguno digno de inspirar respeto en los demás; á saber: patriotismo verdadero, respeto á las leyes, honradez acrisolada y caridad cristiana. Pero sucedió lo que acontece en los pueblos que aún no comprenden la verdadera libertad: todos querían mandar, ninguno obedecer.[1]

 

                Entonces eso es lo que somos? La dualidad en nosotros mismos, el bien y el mal confabulando entre la defensa y el ataque. Triste realidad.  

 

En realidad, tenía ganas de agarrar a Uno por la oreja y arrastrarlo fuera de la sala de reuniones, como si se tratara de un niño desobediente, pero la democracia era la democracia y tuvo que reprimirse—.[2]

 

Tomado de Facebook
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[1] Soledad Acosta de Samper. Lecciones de historia.

[2] Crimen en directo. Camilla Lackberg.

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