Quien olvida su historia está condenado a repetirla (Ruiz de Santayana). El que no conoce la historia está condenado a repetirla. Cicerón, Napoleón, Marx, Churchill? Se atribuye a demasiada gente.
El asunto es si la frase es verdadera. Retórica, lo sé, pero ante la imposibilidad de hacer otra cosa, qué mejor que divagar.
La frase tiene varios vértices, puede tratarse de la historia personal, del país o del mundo. También puede presentar como si uno no la conoce se es ignorante y, según se vea, cómo se puede repetir lo que se desconoce. Aunque también es predicable de la historia personal, supongo, si uno no sabe quién fue su primer ancestro, por ejemplo.
Pero bueno, si se trata de la historia de una sociedad o de la humanidad, si se quiere, pensaba en la invasión de Rusia por Hitler, buen conocedor de la historia según tengo entendido y además admirador de Napoleón, quien históricamente también fracasó intentando esa invasión, exponiéndose a casi las mismas circunstancias el uno del otro. Algo medianamente semejante acontece con Putin y su invasión a Ucrania, al dejarse coger del invierno.
Y ahora, tratando de retomar nuestra historia al retomar su lectura, partiendo de la llamada patria boba, con un enemigo externo común, se encuentran las rencillas internas, por las bobadas de todos y cada uno de los participantes, una pugna entre hermanos, no sé si bobos o idiotas, cada uno tirando para su lado, porque cada cual cree tener la razón y piensa que el hermano bobo solo dice bobadas y el supuesto bobo piensa lo mismo respecto de su hermano bobo, todo un galimatías.
Y han pasado más de doscientos años desde esas fechas y seguimos en las mismas, con las mismas bobadas, con las variantes propias de cada época, sin poder ponernos de acuerdo, con todo y nuestra eterna guerrilla a la que, pudiendo, no se ha podido exterminar, por las bobadas propias del que debe tomar la decisión. Si me dejaran a mí…
Entonces la frase es solo una frase de cajón, como aquella que dice que al perro no lo capan dos veces, pero vaya si la historia ha demostrado cosa diferente.
En todo caso, parece que la patria boba perdura, parece que sí.
Nunca
se había planteado esa cuestión desde que, en bachillerato, su profesor de
Filosofía les hablara de Hobbes y su famosa frase, «el hombre es un lobo para
el hombre». Frente a él, Rousseau, tildado de ingenuo en su época, defendía que
el ser humano es bueno e inocente por naturaleza y que es la sociedad la que lo
corrompe. El «buen salvaje», llamaba Rousseau a sus congéneres, un hombre que
vive feliz hasta que aparece el egoísmo, el ansia de riqueza y el afán de poseer
más y más, siempre deseando lo que tiene el vecino. La experiencia había
enseñado a David que el hombre a menudo es como una alimaña, peligroso para el
resto de la sociedad e incluso para sí mismo. Sin embargo, en contadas
ocasiones, seres anónimos protagonizaban actuaciones heroicas, salvando vidas
de personas que ni siquiera conocían, poniendo en riesgo su propia integridad,
simplemente porque consideraban que ese era su deber. Un lobo o un ingenuo.
Para David, el ser humano era, sobre todo, una enorme incógnita.[1]
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