miércoles, 14 de junio de 2023

MOMENTOS

                Hay momentos que resultan sobrecogedores, en donde las palabras no llegarán a decir nada, si se dicen; si son silencios, son silencios que se vuelven eternos, silencios que pueden arrasar el corazón, que inundan la estancia, que la hacen sobrecargada, semejante esa situación Cuando los espíritus están cargados de electricidad el más leve pretexto sirve para que estalle la tormenta.[1]

             Situaciones en que (Estaban en) silencio sentados a la mesa. Parecían tan apáticos y cansados como de hecho se sentían, y todo aquello que había entre ellos sin aclarar flotaba en el ambiente y contribuía a acentuar su pesadumbre. Deberían hablar de tantas cosas… Pero, como de costumbre, no se dijeron nada. (…) —comenzó en un intento por iniciar la conversación, pero se arrepintió enseguida. Su nombre le sonaba tan solitario y tan extraño cuando lo pronunciaba así, en medio de aquel silencio… Tragó saliva e hizo un nuevo intento—. (…), tenemos que hablar. No podemos seguir así. Él no la miró siquiera. Aplicaba toda su capacidad de concentración a la tarea de ponerle mantequilla al pan. (…) Lo intentó una vez más.  —Por favor, habla conmigo. Sólo te pido eso, que hables conmigo. No podemos seguir así. Ella misma oía el tono desesperado de su ruego. El tono suplicante de su voz. Pero era como si estuviese atrapada, sin posibilidad de bajar de un tren que circulase a doscientos kilómetros por hora en dirección a un precipicio que se acercaba a toda velocidad. Quería inclinarse y cogerlo por los hombros y zarandearlo y obligarlo a hablar. Pero sabía que no tenía sentido. Con una gran pesadumbre en el pecho, en lo más hondo de su corazón, se puso a observarlo. Hanna había decidido guardar silencio y capitular una vez más. Como en tantas otras ocasiones anteriores. (…) No podía permitir que ambos cayesen en aquel abismo tenebroso, juntos, pero, al mismo tiempo, separados. (…) Fue uno de esos instantes que sólo se dan una vez en la vida. Uno de esos instantes en que sólo pueden decirse verdades. Verdades sobre su matrimonio. Verdades sobre la vida de ambos. Verdades sobre el pasado.[2]

         Pero son momentos en los que es preferible dejar pasar, porque en esas tormentas se dice mucho y es mucho de lo que hay que arrepentirse luego, así sean verdades. Y no afrontarlas a tiempo también se deja mucho qué decir y el arrepentimiento igualmente llega.

 Siempre se pierde, no hay de otra.

(lo mismo) da si me lo hubiese ocultado, él sabía que yo no necesito saberlo todo. Creo que la sinceridad en el matrimonio está sobrevalorada. Nadie necesita saber todo lo que hace el otro, o lo que piensa. Hay cosas que es mejor guardarse para uno mismo por el bien de la pareja.[3]

Tomado de Facebook
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[1] Soledad Acosta de Samper. Lecciones de historia.

[2] Crimen en directo. Camilla Lackberg.

[3] Deudas del frío. Susana Rodríguez Lezaun

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