Al
hablar de él no quiero que se piense en lo que no es, ni se piense lo que no
quiero decir, evitando malos entendidos, simplemente son pensamientos que me
surgieron al presenciarlos, lejos de ironías y sarcasmos.
Es
un tema espinoso para hablarlo, cuando se está frente a la situación; en la
lejanía es otra cosa, como en este momento en que escribo, pero me picó la
curiosidad, aunque es cierto que sigo sin explicación, es solo especulación.
Antaño
-y hablo de cosa de hace unos tres años para atrás-, los difuntos recorrían su
camino tradicional. De la funeraria, para hablar del último viaje, se pasaba a
la iglesia, de la iglesia al cementerio o al crematorio. Eso era todo. Allí era
la última despedida y uno regresaba a continuar con la vida.
Ahora
hay un salto de tiempo-espacio que supongo que también es un golpe para los
deudos, por lo que sigo sin entenderlo. (Pero entre ya en el tema, oigo; ya
voy, digo).
La
persona fallece, se pasa a la funeraria (ya con horarios de visita, como en
clínica), se hace el consiguiente servicio religioso, termina éste y es el
último adiós, a las puertas de la iglesia. El cadáver se va en la carroza
fúnebre, sin séquito, para emprender otro viaje, el último (lo que sigue lo
deduzco, no sé si sea verdad, solo me lo indica la malicia), uno gélido, se va a algún congelador de la
funeraria y lo mantienen allí hasta que haya un determinado número de muertos
para que una vez llenado el cupo, en un vehículo refrigerado (pues se va para
tierra caliente) emprende otro viaje. Como dije, a tierra caliente (así se
decía cuando los bogotanos salíamos a veranear) y como dije, espero que no se
interpreten estas palabras como antipáticas pues así es y se inicia otro
periplo.
Al
menos en Bogotá (cosa rara, siendo la capital y teniendo todos los recursos del
caso) los difuntos son transportados a Girardot, donde termina el viaje del
cuerpo físico, pues allí son cremados. Por qué? No lo entiendo, deben gastar en
logística inicial, en gastos de transporte, peajes y el resto de gastos
adicionales que ello implica (permisos de traslado, gasolina y qué más sé yo) y
el viaje es largo (nada más pensar en los trancones de la salida). Una vez
cremados hacen el viaje de retorno, pero ya convertidos en cenizas, pero que en
todo caso implica el retorno (transporte, gasolina, peajes, costos asociados).
En
eso sigo pensando, pues no entiendo la vuelta -costo beneficio, pensándolo con
simpleza- y si fuera por escasez de crematorios, por rentabilidad sale más
barato construirlos en Bogotá, me digo en mi simplismo mental. Entonces?
Un
viaje último, ida y regreso, a tierra caliente y sin la compañía familiar, es
bastante curioso pero con lo mal pensado que soy, sigo sin explicarme cómo le
dan a uno un viaje final, ida y vuelta y a tierra caliente!
Recordar no es malo. Significa que hemos vivido.
Piscina incluida (por aquello del formol)?
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