Nuevamente
el punto, pero con otra arista (supongo). Las redes sociales fueron creadas
para demostrar que existimos.
Están
para poder demostrarme que soy, que existo, que manteniéndome visible genero
amistades (si así pueden llamarse), reviviendo algunas que más que amistades
fueron conocidos y que con las redes, siguen siendo conocidos.
Están
allí también para decir lo que no podría decir en voz alta en otros escenarios,
por hipocresía o por timidez y hasta se puede expresar con gritos de protesta o
de rabia o simplemente insultar impunemente cuando uno quiere o llega hasta
esos límites. Reina la impunidad hasta que al proveedor del servicio se le
ocurra bloquearlo, con o sin razón.
Es
un medio que sirve para la protesta, todos contra todos, contra un grupo,
contra un sector, para hundirlos o para alabarlos, según sea.
No
soy amigo de todos los que se dicen ser mis amigos (aprendí de un llanero
cuando le preguntaron si era amigo de fulanito y dijo: amigo? No, pero lo
distingo, sabia sabiduría popular). Soy un solo duplicador de información
(buena o mala, para alabar o para hundir), que me escudo detrás de una
pantalla, que no refleja mi ironía, mi risa, mi piedra, mi ira, porque no
pueden ver mi cara, no me pueden ver a los ojos y eso, supongo, me hace sentir
superior, me hace sentir libre, en medio de mi misma hipocresía. Nadie me podrá
culpar, tal vez tildar, de algo o de nada, pero la pantalla aguanta todo, hasta
la desconexión, cuando es una forma de huir.
Estoy
bien blindado, bien escondido, bien camuflado y no me sonrojo y si lo hago,
nadie se da cuenta, por eso las redes sociales alimentan mi ego, sabiendo que
lo que comparto ni siquiera ha sido creado por mí, ni siquiera he tenido la
necesidad de pensar, me ha bastado compartir lo que otro ha pensado, lo que
otro ha creado y yo, un zángano más, con un simple click escondido hago énfasis
en que sí existo, no soy un anónimo ni un completo desconocido (‘tengo
amigos’), aunque eso sí, soy un hipócrita abusivo, queriendo ser agradable o al
menos tratar de parecerlo.
Era una ideóloga pura de la oposición. Siempre
contra algo. Contra alguien. Sin descansar nunca. Sin llegar nunca a su
destino. Sin olvidar jamás. Su fanatismo, me parece, era el mayor soporte de su
yo. Ni siquiera su embarazo le impidió lanzarse a ese mar de intrigas, mentiras
y manipulaciones…
Tomado de Facebook
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