Situación
connatural al ser humano y situación ante la cual no estamos preparados para
asumir ni para ejercitarnos en ese arte, educación que creo necesaria para
superar los momentos en que se presenta.
Antiguamente,
supongo, a menos tecnología menos aburrimiento, pues se tenía que trabajar como
un burro, lo esencial no podía faltar. Hoy, a más tecnología, más aburrimiento,
más momentos para soportarlo, lo común es oír: es que estoy aburrido, es que
no sé qué hacer, dicen ahora.
Mi
mamá tenía la solución: Coja una escoba y póngase a barrer, que hay mucho
qué hacer. Una buena lección y toda una filósofa.
Y
el colmo de toda esta historia es que la misma tecnología aburre, termina
aburriendo. Facebook, X, Instagram son adictivos y se empieza (con aquello
de cinco minuticos, ajá) pero sin darse cuenta y aún dándose cuenta se
pasan y pasan temas, imágenes que terminan pasando y pasando sin sentido, ante
el temor de quedarse inactivo mirando al cielo o pensando pensamientos, que son
formas de desaburrirse. Coja un libro, diría mi papá. Hoy no se pueden
dar estos consejos, desafortunadamente.
Eso
me lleva a concluir que la mayor enfermedad de hoy es el aburrimiento (o el
miedo al aburrimiento) en medio de un mundo de perezosos.
Y
este pensamiento me llevó a pensar qué pasará cuando la tecnología, incluida la
inteligencia artificial, desplacen el hacer humano, cuando ya no seamos
necesarios. Qué pasará es mi pregunta, porque eso sí que sería muy aburridor.
Uno no piensa en la vida que tendrá cuando lo
tiene todo por delante. Y cuando lo hace se suele equivocar.
Tomado de Facebook
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