viernes, 6 de septiembre de 2024

SIN SENTIDO, CON_SENTIMIENTO?

                 Como para leer haciendo pausas digeribles, son pensamientos ajenos y como tales reflexivos, que sabemos pero no queremos saber, que sabemos pero preferimos callar.


 Qué coño de pregunta. ¿Por qué? ¿Por qué se lee un libro? ¡Y yo qué sé! Porque me apetece. Porque me lo encontré delante cuando no tenía nada que leer o que hacer. Porque me ha llamado la atención la tapa; o el título. O dos palabras puestas la una al lado de la otra en una página abierta al azar  ¿Por qué se lee un libro? —No lo sé. Quiero decir, no hay un porqué. Lo vi en la librería, lo compré y lo leí.[1]


 Las demás consistían tan solo en el relato de una vida ordinaria y carente de vaivenes o claroscuros: un poco triste, gris, marcada por veleidades banales y oscuramente iluminada por el trágico acto final.[2]

 

Objetivamente, Mario Rossi no llevaba una vida excitante. Si Giuliana se aburría, tal vez no le faltara razón.[3]

 

De pequeño uno no tiene claro lo que es normal y lo que no lo es. Pensándolo bien tampoco lo tienes claro cuando eres adulto.[4]

 

Los recuerdos no se esfuman y desaparecen. Están todos ahí, escondidos bajo la delgada costra de la consciencia. Incluso los que creíamos perdidos para siempre. A veces se quedan allí debajo toda una vida. Otras, en cambio, ocurre algo que hace que reaparezcan.[5]

 

Cada cual intenta contarse a sí mismo una historia coherente que recoja lo que somos, o lo que creemos que somos, las experiencias que nos han marcado o que creemos que nos han marcado. Cada uno de nosotros está convencido de tener opiniones, pero casi nunca es verdad.[6]

               

Me topé con una frase de un escritor francés que decía así: «A fuerza de ser infeliz uno acaba siendo ridículo». Diría que fue un momento de iluminación de no ser porque esa expresión suena demasiado enfática. Dicho de otra manera: me veía a mí mismo como un personaje trágico y, de repente, me sentí ridículo, porque estaba disfrutando de mi sufrimiento. Otra forma de no asumir responsabilidades.
—A fuerza de ser infeliz acabas siendo ridículo…

—Sí.[7]

 

Un personaje le pregunta a otro: «¿Tiene usted miedo de la muerte?». Respuesta: «No especialmente, lo que me molesta es la idea de los preliminares».[8]

 

Pero la mayoría de las personas somos cobardes. Nos mentimos a nosotros mismos en lugar de afrontar las cosas.[9]

 

Le haya pasado lo que le haya pasado, no cometa el error que cometí yo. No se apegue a su infelicidad. Nos parece un comportamiento heroico, pero en realidad es una estupidez.[10]

 

No recuerdo quién dijo que el azar casi siempre nos da lo que nunca nos habríamos atrevido a pedir.[11]

 

hablando de escribir bien no es una extravagancia sino una artimaña para recordar una verdad de perogrullo: que somos autores de nuestra biografía y nos pertenece el copyright.[12] 

«quien no hace nada no comete errores»[13]


Tomado de Facebook
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[1] Con los ojos cerrados. Gianrico Carofiglio.

[2] La disciplina de Penelope. Gianrico Carofiglio.

[3] La disciplina de Penelope. Gianrico Carofiglio.

[4] Las tres de la mañana. Gianrico Carofiglio.

[5] Las perfecciones provisionales. Gianrico Carofiglio.

[6] Rencor. Gianrico Carofiglio.

[7] Rencor. Gianrico Carofiglio.

[8] Rencor. Gianrico Carofiglio.

[9] Rencor. Gianrico Carofiglio.

[10] Rencor. Gianrico Carofiglio.

[11] Rencor. Gianrico Carofiglio.

[12] Ética para náufragos. José Antonio Marina.

[13] Churchill, la biografía. Andrew Roberts.

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