No
sé qué me llevo a pensar en un disco que se lanzó al espacio, hace muchos,
muchos años. Era de oro (bueno, de cobre pero bañado en oro), no por su valor
en este planeta sino por el valor intrínseco del metal que aguantaría una buena
travesía, según recuerdo que dijeron.
Contenía
información de este planeta y de sus habitantes, lanzado con la esperanza de
que alguien lograra recibirlo y así darnos a conocer, supongo.
Hoy
pensé en que no tenía ni idea de la información que contenía. Supuse que era un
compendio de historia humana, también de la natural, al mejor estilo de la que
aparece en la película El quinto elemento, completica, supongo que alrededor de
al menos diez mil años de historia, sin tapujos ni eufemismos.
Ante
el tema me sentí ignorante y decidí verificar con Wikipedia
con el fin de ampliar mi conocimiento -innecesario a esta edad, supongo- y vaya
sorpresa, no era lo que pensaba que se hubiera mandado. Por el contrario se
pinta el planeta como el paraíso, una raza humana para mostrar, la superior
entre las especies. Contiene los saludos hasta en suajili -que ni acá lo
conocemos, a pesar de que la vicepresidenta quiera hacerlo oficial-, sonidos de
la naturaleza y piezas musicales, ondas cerebrales (pero no las mías), una colección de 116 fotografías (una de las
cuales es para calibración) que muestran las diferentes formas de vida en la
Tierra y la sociedad humana, y creo que un código para que puedan
descifrar el contenido. Todo ello enviada (en dos discos) en las Voyagers.
Lo
bueno es que, según los cálculos que hicieron, si algún extraterrestre las
encuentra, lo hará en aproximadamente 40.000 años (luz? Supongo). Es decir que
como ya han pasado 47 años del lanzamiento, todavía faltan como 39.953 años, o
para dimensionar mejor, se necesitarían 461.9 vidas para que llegaran -si se
calcula una vida en 80 años-. Y no sigo con elucubraciones como cuánto tiempo
demorarían en descifrar el contenido, cuántos en digerirlos, cuántos en
decidirse -supongo que habrá comités para todo ello- y cuántos en venir a
verificar la información recibida.
Pensé
entonces en la forma en que se vende la información. Demostramos que somos la
raza superior, que vivimos en un paraíso, qué desilusión si conocieran la
verdad. Aunque dentro de cuarenta mil años supongo que ya la raza humana habrá
desaparecido -si seguimos como vamos- y del planeta ni qué decir y cuando
lleguen (40.000 años adicionales, sería lo que duraría el retorno, para
devolvernos los discos que puede que piensen que perdimos por algún descuido,
pues parto de la base de que los extraterrestres sí son honrados), se sentirán
totalmente desilusionados y podrán verificar lo mentirosos que somos los seres
humanos. Y eso sin que hubieran conocido la realidad de la situación, de la
verdadera historia a través de los siglos tanto del planeta como de la raza
humana, presentada, como dije, al mejor estilo del Quinto elemento, esa escena
en que Leeloo lloraba al verificar la enciclopedia de nuestra historia, llena
de barbarie, miseria, revoluciones, dictadores, torturas y todo aquello que en
el disco enviado se calla, porque de incluirse, nadie, pero nadie es nadie, se
atrevería a venir, ni siquiera de visita, ni siquiera a someternos como sus
esclavos, por lo peligrosos que podíamos resultar; es que ni siquiera vale la
pena que nos sometan, ni que nos civilicen, a pesar de las otras bondades que
efectivamente hay en los seres humanos.
Lo
cierto es que no somos tan buenos como nos pintamos (ni tan malos como
ocultamos), ni es que sea un planeta tan adelantado, respecto del que vinieran,
supongo.
Pero
al mejor estilo gringo, el marketing es lo importante, como se venda, se vende!
… y me dije que era mejor que me volviera
imbécil paso a paso, no de golpe. De momento, era mejor seguir con el trabajo.
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