lunes, 9 de septiembre de 2024

Y SI…

                 Estamos confiando demasiado en la tecnología y no prevemos un plan B sin que ella intervenga, internet incluido.

                 Ya casi todo es tecológico y automatizado y conforme a las expectativas que se tienen, pronto todo será manejado de esa manera. Bastará una orden o un reconocimiento facial para abrir la puerta, poner el desayuno, apagar las luces y todas esas cosas que se ven en las películas futuristas -que ya no nos asombran-, todo ello pronto se verá.

                 Confiamos en la tecnología y en el internet ciegamente, como la fe de un seminarista.

                 Ya no consideramos la necesidad de un plan B o uno alternativo en caso de que algo suceda, porque estamos casi seguros de que nada va a pasar o al menos eso esperamos, hemos desbocado nuestra fe en esa seguridad que puede que no sea tan mala, pero brujas hay.

                 Somos confiados, tal vez demasiado.

                 Recuerdo que hace cuarenta años que para conectar el gas en la casa decían que el gas jamás se iba a acabar. Y hoy, cuarenta años después, ya estamos buscando en dónde comprar gas. Por las riquezas hídricas de este país teníamos agua hasta el fin del mundo y nos vemos ahora en plan de ahorro porque la verdad de antaño ya hoy no la es. Y así podría seguir con muchos ejemplos pero y el plan B de ahora? Como que será mejor dejar el problema para la siguiente generación, supongo.

                 El raciocinio que me hice es muy simple, simplista dirá alguien. Sin agua, no hay luz, sin luz no hay internet ni tecnología que valga (y eso sin pensar en las constantes ráfagas solares que ahora suceden y que de cualquier manera afectan al planeta).

                 Que soy ave de mal agüero, lo sé, pero hay cosas que suceden y parece que pasan desapercibidas o son de poca monta, Como por ejemplo, me pasó hace algunos días al ir a reclamar la droga mensual, resultó que el sistema estaba caído y no se sabía cuándo volvería. Olímpica respuesta. Y nos hemos acostumbrado y ya no decimos nada, ni perdemos el tiempo quejándonos, el problema no es uno que pueda solucionar el cajero, nos conformamos, sabemos que no hay plan B, aunque para ellos el plan B es volver a conectar el sistema, pues toca volver otro día, rezando para que haya sistema y no se pierda el viaje, en una palabra, no podemos hacer nada, fuera de insultarlos, mental o verbalmente.

                 Ya veremos qué pasa ante la ausencia del plan B. La humanidad se congelará? Ya veremos. 

Siempre queda algo por decir cuando ya no queda tiempo para decirlo.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Respirar por la herida. Víctor del Árbol Romero.


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