En una película oí una frase
atribuida a Séneca: La felicidad es no desear nada. Naturalmente resulta
simplista la afirmación, tal como la oí, tal como la planteé. Dentro de otro
contexto ya más profundo otro filósofo afirma: La felicidad para Séneca solo
puede venir de la vida virtuosa, y de la autosuficiencia, no de entregarse al
placer.
En otro lado encuentro otra: Séneca, de acuerdo con la doctrina
estoica, arguye que la naturaleza es razón (en griego logos) y que la
persona deberá emplear su facultad de razonar para vivir en concordia con la
naturaleza y de este modo alcanzar la felicidad.
Como se ve, los filósofos o bien
tergiversan o bien enredan y uno no termina por saber con certeza que fue lo
que dijo y eso sin olvidar que, tratándose de filósofos, los hay más enredados
unos de otros, pero enredados son y en definitiva uno no termina sabiendo con
tanto argumento y contraargumento. Entonces vuelvo al vulgo, la felicidad es no
desear nada, estando satisfecho con lo que se tiene. Otra simplista afirmación
porque el abogado más malicioso que el filósofo preguntará y si ya se tiene
se puede tener o se debe buscar otro sueño, dado que el hombre es
insatisfecho por esencia? Y después de obtenido qué? Y si se tiene y no se
aspira a más entonces es un insatisfecho… y miles de preguntas que
amargarán al más simplista, al que se conformaba con que era feliz no deseando
nada, teniéndolo todo con lo que tenía, no requiriendo de nada más, para de esa
forma estar contento.
Y me puse a buscar con el doctor
Google sobre lo que entendían científicos, filósofos y demás genios sobre la
felicidad (Einstein, Freud, Platón, Aristóteles, Sartre, Piaget, Kierkegaard,
Descartes, Foucault, Spinoza, por citar algunos) y complicados todos ellos y
con tal mano de definiciones, que además de borracho, uno queda más confundido
de lo que estaba.
Y me di cuenta que eso mismo
pasaba con la felicidad, cada cual tiene su versión para su diversión, cada
cual la enreda a su modo y el todo es centrarla con mirada simplista. Pero en
últimas, para qué carajos centrarse en la opinión ajena (sabiendo que la
mayoría de filósofos son además de pesimistas, depresivos) y también resulta
cierto que muchas cosas no se aprenden de lo que otros escribieron, de lo que
otros vivieron o dijeron, la cosa no es por ahí, en muchos casos (Entonces para
qué empezó este discurso, se preguntará alguien; algún otro será más malvado y
dirá muchas cosas, pero…) Sí, pero, me hizo recordar que la voz popular puede
ser tan inteligente como un filósofo y recurrí a los grafitis que en otra época
copié y, como tales, desconozco su origen y autor.
La felicidad está a la vuelta
de esa esquina... que no llegamos a doblar nunca.
La felicidad
empieza donde la realidad muere.
Hay dos manera de
lograr la felicidad: una es hacerse el bobo y la otra, serlo.
Pinocho también
era feliz.
Ser feliz es
jartísisimo.
Y el último, oído de un poema que en su
juventud citaba un hermano: Feliz el que murió cagando, su alma se fue al
cielo y el bollo quedó colgando.
Amén.
Saber muchas cosas que ya no sirven para nada.
¿No era eso, también, hacerse viejo?
Tomado de Facebook
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En la filosofía
oriental, la felicidad se concibe como una cualidad producto de un estado
de armonía interna que se manifiesta como un sentimiento de bienestar que
perdura en el tiempo y no como un estado de ánimo de origen pasajero, como
generalmente se la define en occidente.
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