Oyendo un podcast (nombres que se inventan ahora a una grabación), sobre el reino de Navarra; me llamó la atención un artículo del conocido Privilegio de la unión[1] (conocido entre ellos, claro está, aunque la juventud creo que tampoco lo conozca ni les interesará conocer), en el cual se trazaba la paz de una manera tajante, sin pendejadas y para que de inmediato se respetara. Una referencia a este mundo moderno, lleno de guerras, internas o internacionales, como se está dando.
Cese de pleitos, debates y demandas entre los burgos.
Para que la unión tenga mayor eficacia y sea duradera se
ordena cesen todos los pleitos, debates, cuestiones y demandas que
hasta ahora haya podido haber entre los vecindarios, debiéndose perdonar para
siempre las malquerencias y enemistades, viviendo en adelante en servicio de
Dios, en paz, amor y caridad, como buen pueblo unido debe hacer.
Debiéndose perdonar para siempre
las malquerencias y enemistades… Difícil de aplicar hoy, pero qué le vamos a
hacer, en el pasado había gente más inteligente que hoy, supongo.
—La memoria es algo prodigioso. Inventa como
quiere el relato de una vida, utiliza lo que le conviene y desecha lo que le
estorba, y es como si nada hubiese existido… Diría que de eso habla Proust.[2]
[1] Artículo 14 del Privilegio de la
Unión. En el 600 aniversario del Privilegio de la Unión queremos recordar el
capítulo XIV: El Privilegio de la Unión es el tratado por el que los tres
burgos principales que formaban la ciudad de Pamplona en la Edad Media se
unieron mediante un documento firmado el 8 de septiembre de 1423 por
el rey Carlos III el Noble.
[2] Un millón de gotas. Víctor del Árbol
Romero.
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