lunes, 21 de octubre de 2024

UN PRIVILEGIO, PARA APRENDER.

                 Oyendo un podcast (nombres que se inventan ahora a una grabación), sobre el reino de Navarra; me llamó la atención un artículo del conocido Privilegio de la unión[1] (conocido entre ellos, claro está, aunque la juventud creo que tampoco lo conozca ni les interesará conocer), en el cual se trazaba la paz de una manera tajante, sin pendejadas y para que de inmediato se respetara. Una referencia a este mundo moderno, lleno de guerras, internas o internacionales, como se está dando.

                 Muy simples las palabras, sin lugar a que leguleyos se pongan a interpretar y decía simplemente:

 

Cese de pleitos, debates y demandas entre los burgos.

Para que la unión tenga mayor eficacia y sea duradera se ordena cesen todos los pleitos, debates, cuestiones y demandas que hasta ahora haya podido haber entre los vecindarios, debiéndose perdonar para siempre las malquerencias y enemistades, viviendo en adelante en servicio de Dios, en paz, amor y caridad, como buen pueblo unido debe hacer.

 

                Debiéndose perdonar para siempre las malquerencias y enemistades… Difícil de aplicar hoy, pero qué le vamos a hacer, en el pasado había gente más inteligente que hoy, supongo.

 

—La memoria es algo prodigioso. Inventa como quiere el relato de una vida, utiliza lo que le conviene y desecha lo que le estorba, y es como si nada hubiese existido… Diría que de eso habla Proust.[2]

Tomado de Google


[1] Artículo 14 del Privilegio de la Unión. En el 600 aniversario del Privilegio de la Unión queremos recordar el capítulo XIV: El Privilegio de la Unión es el tratado por el que los tres burgos principales que formaban la ciudad de Pamplona en la Edad Media se unieron mediante un documento firmado el 8 de septiembre de 1423 por el rey Carlos III el Noble.

[2] Un millón de gotas. Víctor del Árbol Romero.


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