miércoles, 6 de noviembre de 2024

QUÉ PASARÍA SI…

                 Otra pregunta impertinente, de las que torturan, de las que importunan.

 

                Qué pasaría si… me muero, por ejemplo. Su respuesta es clara, para un viejo como yo. Pues nada, es la respuesta, así se quiera creer en otra más apropiada.

 

                Qué pasaría si me ganara la lotería. Con ella surgen mil respuestas, todas altruistas, pensando en la familia venida a menos, por ejemplo; en la humanidad necesitada de mi propia bondad, que haría planes anticipados pero que, de seguro, al hacerse efectiva se olvidaría lo deseado, aún lo prometido de antemano por uno mismo.

 

                Qué pasaría si… pregunta impertinente que nos podría dejar en evidencia y que en todo caso no lleva a nada, a elucubraciones inútiles, innecesarias. Me pregunto qué pasaría si me muero mañana. Pues nada, que dejo de escribir pendejadas, nada más que eso pasaría.

 

Pocos seres humanos aguantan su propia mirada porque se produce un fenómeno curioso frente al espejo: miras lo que ves, pero si ahondas más allá de la superficie te asalta la incómoda sensación de que es el reflejo el que te mira a ti con insolencia. Te pregunta quién eres. Como si tú fueses el extraño, y no él.[1]

Tomado de Facebook
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[1] La tristeza del Samurái. Víctor del Árbol Romero.