viernes, 29 de noviembre de 2024

LA LEY

                 La ley, por principio debe ser justa, o eso es lo que creería cualquier persona. Naturalmente son meros sueños que como sueños, sueños son.

                 Y cuando es copia de otro sistema, totalmente diferente como es el inglés o el gringo respecto del nuestro, hacen de él una copia odiosa.

                 Pienso en un ejemplo. Existe un pícaro robando dineros estatales, directa o indirectamente (pidiendo su tajada, adjudicando a su amigo y demás variedades posibles). Por cualquier circunstancia que el hecho llega a oídos de la justicia (porque lo delatan, por denuncia o porque por incumplido sus compinches lo soplan) lo cogen (en flagrancia o con pruebas que lo delatan) y con pruebas suficientes, repito, qué sucede? Antiguamente terminaba clavado y medianamente rápido. Hoy, el pícaro confiesa y dice que se arrepiente (cuando no dice que no sabía) y con eso ya de entrada tiene una rebaja de la pena; además promete (digo promete) que va a devolver todos los dineros ilícitos, no todos pero alguito porque tiene que guardar para el futuro y los gastos de abogados y sobornos, para colmo de males y con eso obtiene otra rebaja adicional; denuncia a sus cómplices (a pesar de que generalmente es también el autor intelectual) y con eso obtiene otra rebaja, con lo cual ya lleva un buen camino recorrido y si tiene un abogado perro (nótese que no digo un buen abogado) al que le pueda pagar lo que cobra (no importa si el pago de honorarios se hace con plata ilícita, ya que ese es un detalle menor, para ese abogado), de esos letrados que saben cómo se dilata un proceso, por cualquier medio, legal o ilegal, para obtener arresto domiciliario o encierro en una base militar (por las conexiones del delincuente o del abogado que sabe subir adecuadamente los honorarios). Si a eso se le suman los acuerdos anticipados con la fiscalía, obtiene otra rebaja de pena, sitio de reclusión, etcétera, etcétera por lo que la pena se va diluyendo notoriamente, sin mencionar las posibilidades de dar con un juez caritativo (de aquellos que abundan, que arreglan todo, ya sabemos a qué nos referimos, aquí sí cabe el eufemismo), que eventualmente puede declararlo hasta inocente (como el caso que hace poco declaró inocente a un diplomático que llevaba en la maleta una buena cantidad de droga pero argumentó que no era de él sino que se la pusieron…)

                 De esta manera, con el llanto en mis ojos y el corazón compungido llego a la conclusión de que ser hampón sí paga, pues con lo robado alcanza, como dije, para pagar honorarios y otras costas, para aceitar la maquinaria de la justicia, devolver un poquito de lo robado y le sobra para continuar con su vida, tal como se ha visto en los últimos tiempos e igualmente demuestra que la ley no es justa y que además, las malas copias no resultan buenas para todos.

                 Esta es la sensación de mal sabor que me ha quedado en casos como el de los Nule, el del exalcalde que murió en la cana (al menos eso hizo bien), el de la unidad de riesgos y otros tantos, que mis ojos llorosos y mi corazón compungido reconocen que este es el país que me merezco, por güevón, claro está. 

… le encanta exponer sus ideas oralmente. Las palabras cobran vida cuando se pronuncian.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Las garras del águila. Karin Smirnoff.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

DE QUÉ ME ARREPIENTO

                Había sugerido un listado de lo que me molestaba. La semilla quedó sembrada y por cualquier razón, por desocupado supongo, me dio por pensar de qué me arrepentía en la vida. Cambié la molestia por el arrepentimiento, para ver hasta dónde llegaba.

                 En mi cabeza empezaron a surgir las diversas etapas de mi vida, especialmente la ocurrida después de la adolescencia -iba a decir que de mi madurez inicial pero algo me dijo que si alguna vez maduramos, partiendo de la base de que me refiero a un período de mi vida, madurez podría no ser un término preciso-.

                 Y pensaba con esto si valía la ,pena hacer un listado de las cosas por las cuales me arrepentía, no sé si ya en mi madurez, si es que algún día maduramos.

                 Porque el listado de cosas (no de arrepentimientos) podía ser tan larga como el listado de las que me podían molestar y dejé por unos momentos divagar mi mente -con lo difícil que me cuesta- y pasaron muchos años por mi mente, pasaron situaciones con su consiguiente circunstancia y pasaron por mi recuerdo casi cincuenta años de mi vida, en las que sucedieron cosas que pudieran llevar a considerar que ameritaban el arrepentimiento, tantas cosas que pasaron…

                 Sí, tantas cosas pasaron, como han pasado los años y ya en esta vejez me veo rodeado de recuerdos, un listado imaginario hice respecto de cada uno de ellos que por mi misma expresión expresaba rechazo, resignación y una que otra pícara sonrisa que a las claras me delataban y que claramente decían que no había arrepentimiento alguno, porque los goce.

                 Como sea, todo este discurso me llevó a pensar que sería tiempo perdido si me ponía a hacer tal listado -igual que el otro propuesto-, por una sencilla razón, para bien o para mal, las situaciones se presentaron, sucedieron las cosas y ya hoy sería como llover sobre mojado, pues qué interés habría para ponerle el calificativo de arrepentimiento, si lo pasado pisado y hoy solo puedo pensar en ello como una experiencia más de vida y mal podría arrepentirme hoy de la vida que hasta el momento he llevado.

 

pero nunca había sido muy expresivo ni muy dado a las muestras de cariño; él venía de una época en la que los gestos se economizaban: pocos besos, pocos abrazos.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Por encima de la lluvia. Víctor del Árbol Romero.


lunes, 25 de noviembre de 2024

TURISMO…

                         No sé cómo denominar al turismo (o seudoturismo) que se realiza en búsqueda de plata por la morbosidad del turista, en que se encumbran situaciones de baja ralea, por mí calificado así, en donde se destaca la bajeza del ser humano.

                         Me refiero a ese turismo que se ha implantado de mostrar en una determinada ciudad las bajezas humanas, resaltando a los criminales, elevándolos a tronos, como aquella de mostrar la casa en donde vivió Pablo Escobar, el edificio que le volaron, los lugares sórdidos y tenebrosos de esa industria que nos invadió. Pensé que era solo en este país en donde se pagaba por cosas tan grotescas. Pero vi un documental de la DW en donde en Lituania, si mal no estoy -pues no debo confiar mucho de mi memoria-, en que en una cárcel que los rusos hicieron durante su invasión eran llevados los turistas -previo pago, claro está- para que vieran los horrores de esa época. Lo curioso del caso era que los turistas eran disfrazados de prisioneros, los hacían formar, arrastrar y mostrar todas las bajezas del imperio comunista y lo más gracioso era que los turistas eran felices siendo tratados como presos. Eso ya fue el colmo de la humillación y por qué no decirlo, de la estupidez. Pero es natural que la estupidez ajena genere ingresos al vivo que vio el negocio.

                         Sinceramente no entiendo ese tipo de turismo que no debería resaltarse y no me vengan con el cuento de que quien no conoce la historia está condenado a repetirla, que en este caso está condenado a repetirla por estúpido, pagar por cosas que no glorifican a la raza humana, como si aprendiéramos del pasado.

                         Pero así somos los seres humanos, morbosos hasta morir. 

Todos dicen que el LRA es cosa del pasado, que hay que pasar página. ¿Puedes creerlo? A nadie le importa una mierda lo que nos pasó.

—Esas heridas son nuestras. Los que llegaron después tienen derecho a no querer recordar.[1]

Tomado de Google


[1] Antes de los años terribles. Víctor del Árbol Romero.


viernes, 22 de noviembre de 2024

REINADOS

                         Sé que los tiempos cambian, a pesar de que mi forma de ver el mundo no lo haga.

                         Por causalidad o por aburrimiento, como se quiera, di con el reinado de miss universo celebrado este año en Méjico. Variopinto panorama.

                         Unas cuantas barbies compitiendo. Otra que ya es madre -cosa contradictoria porque de miss pasaría a missis, digo yo- y de 38 años, si no oí mal, lo que supone que ya no son las quinceañeras de antaño. Otras, una que otra me digo, feas como ellas solas, aquí si no uso la elusión y creo que hasta una sorda, me pareció haber oído, pero para mi gusto el conjunto era de feítas, si sigo con el estereotipo de tantos años aprendido. Reconozco que unas cuantas estaban buenas  y una que otra bonita (sé lo que he escrito, pero qué se puede hacer si soy un estereotipo de otros tiempos).

                         Tal vez por eso había dejado de ver reinados de belleza, hacía como treinta años que no los veía y siguiendo con mis prejuicios o mis gustos, como se prefiera, prefiero los de antaño.

                         Las edades de las participantes me llamó mucho la atención. Había una cuarentona y de las ciento veintipico solo había como cinco menores de veinte. La mayoría superaban los treinta, quién lo diría. Por eso no me puse en la tarea de averiguar si todas eran mujeres mujeres, si había colados, porque en esta actualidad todo puede suceder, ya nada nos deslumbra pues ahora supe que hay personas sin sexo y no sé qué más vagabunderías (como se ve, soy del siglo pasado en ciertos temas y en otros puede decirse que soy hasta medieval, qué le vamos a hacer).

                         Lo que no ha cambiado para nada es la ronda final de preguntas, todas ellas estúpidas, como lo son las respuestas. Hoy todas son ecológicas, sudan naturaleza (sin haber conocido la profundidad de los bosques) y medio ambientalistas y recitan discursos que ni ellas mismas entienden pero que funcionan para tales efectos. No falta la cita al empoderamiento femenino, a la lucha contra el hambre, a la protección de la niñez, la inclusión y el resto de blablablá que solo demuestra ignorancia o si se quiere conocimiento para ocultar aquella.

                         Pero… mejor me modero aunque siguen siendo las mismas estupideces de todos los tiempos.

                         En fin, fue un buen momento que disfruté para ser criticón y ver que en este mundo a pesar de cambiar constantemente no ha cambiado mucho. 

Los personajes son lo que son y se transforman en lo que se transforman, no sólo porque actúan como actúan, sino porque piensan como piensan y, sobre todo, porque hablan como hablan, sin olvidar los comentarios del autor (o de los «autores») de la novela.[1] 

Tomada de Google


[1] Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes. (Versión de José Luis Giménez-Frontín).


miércoles, 20 de noviembre de 2024

NADA NUEVO

                         Oí hace poco que Cicerón o algún sabio griego, hace dos mil o más años decía que no podía decir nada nuevo porque todo estaba ya dicho y con ello podría decir que no tenga nada nuevo qué decir, porque todo ya está dicho (menos en la modernidad de las llamadas ciencias exactas), hasta el cansancio o simplemente dicho aún sin haber sido oído y por ello no repetido, aunque las paredes oyen y a ratos hablan, con un grafiti, con un dibujo, con una huella, con indiferencia.

 

                        Eso es toda la ciencia, escribir sobre lo dicho, sobre lo oído, de allí todos los tratados que surcan el conocimiento, pensamientos que fluyen sin distracción, sin saber si es algo nuevo, algo oído, algo ya escrito, en un mundo lleno de novedades que ya no sorprenden, porque son esperados, son cotidianos, nada ya nos deslumbra, ni siquiera las ideas propias, si es que llegamos a tener alguna, que de todos modos pasará desapercibida y por eso preferimos dejar que sea ajena, para que en nuestra ingenuidad no nos asuste y así citada los demás creerán en nuestra sabiduría.

 

                        No puedo decir nada más porque ya todo fue dicho, ya lo dijo algún genio de la antigüedad y por eso no puedo escribir nada nuevo, ni tan siquiera nada original.

 

Era curiosa la memoria; se olvidan acontecimientos primordiales y se recuerdan detalles insignificantes. [1]

Tomado de Facebook
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[1] Un millón de gotas. Víctor del Árbol Romero.


lunes, 18 de noviembre de 2024

DÍAS

                 Hay días en que son locos, que no son lo que previamente fueron programados, no siguen el libreto que previamente se había escrito, no hacen caso, es decir, toman su propio rumbo.

                 Que era para la derecha, pues no, tenía que ser para la izquierda; que dos pasos adelante, pero no, dos para atrás y uno adelante y otro al lado, a su propio paso.

                 En un día planeado, bueno, no tan planeado, como cualquier día pero con una imagen previa de lo que iba a ser, sencillo, hacer esto y luego lo otro con un clima medianamente predecible y después ir allí, pasar por allá, retomar el camino y terminar el día, sin sobresaltos.

                 Pero hay días como éste que no se acomodan al libreto, hizo los cambios sin advertencia y sin anuencia del libretista, se acomodó como quiso, pero he de confesarlo, hizo lo que quiso sin mi querer, pero me tocó acceder, si no el día hubiera sido diferente, como cualquier otro día, bien diferente. 

Hace tiempo que Keller opina que hay que ser afortunado para ser bueno, pero no hace falta ser bueno para ser afortunado. Aunque a veces la suerte está de tu parte. No tiene nada que ver con lo que hayas hecho o no hayas hecho, y puede llegar de los lugares más inesperados.

Si no fuera por la mala suerte no tendría ninguna suerte[1].

Tomado de Facebook
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[1] Una muerte roja. Walter Mosley.


viernes, 15 de noviembre de 2024

NO SOPORTO…

 Qué tal que fuera dable hacer un listado con todo aquello que no soporto.

                Debe dejarse claro que la frase: no soporto, además de riesgosa, implica compromiso de uno mismo, al menos.

                 Porque el no soporto implica situaciones, personajes, hechos que contienen alguna anomalía desde el punto de vista de uno, claro está; tal vez otros, o lo demás, no lo vean de la misma manera.

                 Ahora recuerdo ver a Juan del Val, polemista del programa el Hormiguero, manifestando a viva voz e importándole un carajo lo que los demás opinen (de él o del asunto) cosas que le molestaban o, mejor, estupideces que la gente hace día a día.

                 Retomo, con perdón de la desviación acaecida, que al hacer un listado de no soporto, conlleva una apreciación subjetiva del sujeto que la elabora. Naturalmente por vergüenza, por pudor, por complejo o por cualquier otra razón, igualmente subjetiva, omitirá de la lista muchos casos, pero lo hará bajo consecuencia propia, pues qué puede, o mejor, en dónde podría esconderse si la lista viera la luz pública. El qué dirán pesa, a pesar de que en la lista de los no soporto incluye precisamente el qué dirán.

                 Supongo también que el listado se iniciará tímidamente, valorando el efecto o el impacto social que podrá tender. Se iniciará con simplezas como el no soporto el mal aliento de un contertulio (así genérico para no ofender de pronto a alguien en particular que se sienta ofendido si lee la lista, pero el vainazo queda).

                 Y así, poco a poco, se irían llenando los renglones. Supongo que en la tercera página ya se habrá ido perdiendo el pudor y el rubor habrá quedado atrás.

                 Lo más seguro es que en la página sexta (porque así es de larga la lista de los no soporto) y cogido el impulso necesario que tal vergüenza ya habrá perdido eficacia y, por el contrario, se habrá entrado en estado poseso de desahogo y cogido el impulso ya no importa Santa Lucía.

                 Supongo que alguien habrá leído hasta acá esperando ver mi listado, haciendo venias silenciosas si lo comparte, pero al ver que no hay tal se sentirá frustrado, pues de contener mi listado estaría haciendo venias silenciosas cuando lo comparte; frunciendo el ceño cuando rechaza alguno del listado y hasta opinando, mentalmente, que debo tener alguna rareza mental al mentar algo que puede resultar ofensivo y hasta alguno, de haber hecho su propio listado, me pondrá de ejemplo de algo que no soporta.

                 Pero no, el placer de hacer algún listado mío me lo reservo, porque no he hecho el ejercicio escrito (mental, casi todos los días por cuestiones políticas, religiosas, sociales), simplemente el tema surgió por alguna publicidad de alguna app que señalaba que no tenía publicidad en el juego, lo que me dio pie para pensar que algún día haría una lista así, de cosas que me molestaban, como la publicidad que se interpone mientras juego y mato mi tiempo. 

—¿No quieres saber por qué? No quería saber el porqué. O puede que sí, pero dije que no de todos modos. No quería que me descargara encima sus razones —que seguramente eran excelentes—, aliviándose el corazón o el alma o cualquiera que sea el lugar a donde van a depositarse nuestras culpas.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Dudas razonables. Gianrico Carofiglio.


miércoles, 6 de noviembre de 2024

QUÉ PASARÍA SI…

                 Otra pregunta impertinente, de las que torturan, de las que importunan.

 

                Qué pasaría si… me muero, por ejemplo. Su respuesta es clara, para un viejo como yo. Pues nada, es la respuesta, así se quiera creer en otra más apropiada.

 

                Qué pasaría si me ganara la lotería. Con ella surgen mil respuestas, todas altruistas, pensando en la familia venida a menos, por ejemplo; en la humanidad necesitada de mi propia bondad, que haría planes anticipados pero que, de seguro, al hacerse efectiva se olvidaría lo deseado, aún lo prometido de antemano por uno mismo.

 

                Qué pasaría si… pregunta impertinente que nos podría dejar en evidencia y que en todo caso no lleva a nada, a elucubraciones inútiles, innecesarias. Me pregunto qué pasaría si me muero mañana. Pues nada, que dejo de escribir pendejadas, nada más que eso pasaría.

 

Pocos seres humanos aguantan su propia mirada porque se produce un fenómeno curioso frente al espejo: miras lo que ves, pero si ahondas más allá de la superficie te asalta la incómoda sensación de que es el reflejo el que te mira a ti con insolencia. Te pregunta quién eres. Como si tú fueses el extraño, y no él.[1]

Tomado de Facebook
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[1] La tristeza del Samurái. Víctor del Árbol Romero.