Qué tal que fuera dable hacer un
listado con todo aquello que no soporto.
Debe dejarse claro que la frase:
no soporto, además de riesgosa, implica compromiso de uno mismo, al menos.
Porque el no soporto implica
situaciones, personajes, hechos que contienen alguna anomalía desde el punto de
vista de uno, claro está; tal vez otros, o lo demás, no lo vean de la misma
manera.
Ahora recuerdo ver a Juan del
Val, polemista del programa el Hormiguero, manifestando a viva voz e
importándole un carajo lo que los demás opinen (de él o del asunto) cosas que
le molestaban o, mejor, estupideces que la gente hace día a día.
Retomo, con perdón de la
desviación acaecida, que al hacer un listado de no soporto, conlleva una
apreciación subjetiva del sujeto que la elabora. Naturalmente por vergüenza,
por pudor, por complejo o por cualquier otra razón, igualmente subjetiva,
omitirá de la lista muchos casos, pero lo hará bajo consecuencia propia, pues
qué puede, o mejor, en dónde podría esconderse si la lista viera la luz
pública. El qué dirán pesa, a pesar de que en la lista de los no soporto
incluye precisamente el qué dirán.
Supongo también que el listado
se iniciará tímidamente, valorando el efecto o el impacto social que podrá
tender. Se iniciará con simplezas como el no soporto el mal aliento de un
contertulio (así genérico para no ofender de pronto a alguien en particular que
se sienta ofendido si lee la lista, pero el vainazo queda).
Y así, poco a poco, se irían
llenando los renglones. Supongo que en la tercera página ya se habrá ido
perdiendo el pudor y el rubor habrá quedado atrás.
Lo más seguro es que en la
página sexta (porque así es de larga la lista de los no soporto) y cogido el
impulso necesario que tal vergüenza ya habrá perdido eficacia y, por el
contrario, se habrá entrado en estado poseso de desahogo y cogido el impulso ya
no importa Santa Lucía.
Supongo que alguien habrá leído
hasta acá esperando ver mi listado, haciendo venias silenciosas si lo comparte,
pero al ver que no hay tal se sentirá frustrado, pues de contener mi listado
estaría haciendo venias silenciosas cuando lo comparte; frunciendo el ceño
cuando rechaza alguno del listado y hasta opinando, mentalmente, que debo tener
alguna rareza mental al mentar algo que puede resultar ofensivo y hasta alguno,
de haber hecho su propio listado, me pondrá de ejemplo de algo que no soporta.
Pero no, el placer de hacer
algún listado mío me lo reservo, porque no he hecho el ejercicio escrito
(mental, casi todos los días por cuestiones políticas, religiosas, sociales),
simplemente el tema surgió por alguna publicidad de alguna app que señalaba que
no tenía publicidad en el juego, lo que me dio pie para pensar que algún día haría
una lista así, de cosas que me molestaban, como la publicidad que se interpone
mientras juego y mato mi tiempo.
—¿No quieres saber por qué? No quería saber el
porqué. O puede que sí, pero dije que no de todos modos. No quería que me descargara
encima sus razones —que seguramente eran excelentes—, aliviándose el corazón o el
alma o cualquiera que sea el lugar a donde van a depositarse nuestras culpas.
Tomado de Facebook
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