Cada familia tiene su propio calvario, por regla general, aclaro.
Si
no se expresa, no se conoce. Las cuatro paredes limitan el pensamiento
colectivo, la expresión, impiden el conocimiento. Allí se enclaustran los
sentimientos, positivos o no tan positivos. Y a pesar de las cuatro paredes,
cada uno tiene su propio calvario, a pesar de ellas. A pesar de quienes le
rodean.
Cada
familia tiene su calvario y no es cosa para compartir.
Por
eso solo se divisa movimiento en la distancia de una ventana, pero no se logra,
generalmente, descubrir el sentimiento por el que se atraviesa.
Divagaciones
que solo puedo hacer frente a una ventana que da contra otras ventanas vecinas,
elucubraciones que solo puede hacer un viejito aburrido.
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