viernes, 13 de diciembre de 2024

ESTUPIDEZ PERIODÍSTICA?

             En unos pocos días, revisando las noticias, me encuentro que son noticia una serie de estupideces realizadas por los famosos influencers que uno termina pensando hasta dónde la tecnología ha convertido en héroes (entre comillas) a una serie de personajes a los que se les apareció la virgen, que se creen moderadores de la actualidad y que hicieron plata porque una serie de personas, más estúpidas que ellas (seguidores y entre comillas) les alimentan con solo seguir a esos vagos que lo único que hacen es estorbo a la humanidad en vez de producir.

             Como se ve, mi mala leche gobierna mis pensamientos cuando se trata de todos estos influencers (que ni siquiera se merecen las comillas), pero no sé si resultan más estúpidos los periódicos haciendo de unas bobadas (por no decir güevonadas, por aquello de eufemismos) un noticionón, como si afectaran la vida social de un país (aunque en últimas lo afectan al reflejar la estupidez humana).

             Y he aquí algunos titulares que sinceramente me ofenden (sé que en la edad periodística han existido las notas de la sociedad, de los chismes, pero ahora sí que se pasan de la raya).

             Quiénes son la tal Epa Colombia, la liendra (que como su nombre indica es el huevo de un piojo, es decir, un parásito completo), cosio, jara y el resto de elementos que, sinceramente, no le sirven a la sociedad, pues, como buenos influencers son simplemente parásitos de ella y como carecen de educación y de conocimientos, simplemente son eso.

             Y con ellos las noticias: liendra, epa y cosio (es que tampoco se merecen la mayúscula en sus nombres), son evasores fiscales[1]. Y la jara, no sé si sea bonita o no, presumiendo de sus tratamientos por estar superhinchadita (por no decir gorda, por no decir obesa, cuestión de eufemismos)[2]. Y que la tatiana se quitó una falsa teta por inspiración celestial (quién lo pudiera creer, pero…)[3]. Y que otra tontarrona ha vivido toda la vida con un tumor en la cabeza (sobra el comentario porque se da por entendido)[4]. Que el hijo de otra tontarrona, con plata supongo, hace alardes de su bebé comiendo buñuelo (como gran cosa…)[5]. Y que una tal andrea haciendo beneficencia tapaba cosas que mejor no revelar (hasta tramposos son)[6]. Que becky estuvo en concierto y sacó unos pasos prohibidos; y que la segura hizo una fiesta para anunciar el sexo de su bebé y que la liendra estuvo presente (para parasitar, supongo). Y que la jessica es cristiana pecadora o yo no sé qué. Y que la ana lucía le presentó el mar a su hija de unos meses de vida (como si lo fuera a recordar). Y que la aida le pegó gel a yo no se quién. Y no sigo porque las noticias son como vomitivos. Y que la hermana de la legarda dio un sí matrimonial fácil (supongo que ya recorridita la niña).[7]

             Y todo eso hizo noticia, lo que demuestra la pobreza periodística de este país y no es que no haya noticias, las hay y en cantidades alarmantes, robos, homicidios, guerrilla, ladrones (incluidos los de palacio), tanto para llenar el amarillismo que nos caracteriza.

             Esa es la tristeza que da este país, influenciado ahora por una mano de parásitos y vagos que se mantienen gracias a tener seguidores estúpidos, pero esa es la ralea que nos acompaña y que a la vez permite sacar toda mi mala leche (en otra época diría mi puta piedra, pero el eufemismo me puede), para aliviar la carga que debo soportar con semejantes noticionones. 

Ante sus ojos el mundo se reproducía con la cotidianidad de siempre, inalterable. Dentro de mil años, pensó, las cosas no serían muy diferentes a cómo eran ahora. Otras gentes, ataviadas de otra manera, correrían del mismo modo entre el tráfico, hablarían en los semáforos, o pasearían con la misma cara de preocupación o de alegría. Un mismo presente inmutable donde unos entraban y otros salían como parte de un acuerdo tácito entre la Vida y la Muerte. Después de todo, se dijo, ella no era tan especial como se creía. Solo era una partícula más de aquel extraño y a veces desquiciante universo.[8]

Tomado de Facebook
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[8] La tristeza del samurái. Víctor del Árbol Romero.


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