viernes, 13 de enero de 2017

IBA A HABLAR DE EGOÍSMO [1]



Qué diré de lo que estarán diciendo aquellos que me miran a hurtadillas, si por mirada entendemos el relampagueo rápido que orientan hacia mí, si no es solo un movimiento tan involuntario e inconsciente como un parpadeo.
Saramago. Un brazo en el plato

En el anterior blog hablé del yo, del ego, del ello y de la multiplicidad de personalidades de las que gozamos, a nuestro pesar unas, otras también.

Como en el blog anterior, éste es su consecuencia, que acorté aquél en gracia de la brevedad, que no lo fue tanto, porque a veces me gusta explayarme. Hecha esta aclaración, inicio con esta transcripción encontrada en Internet[2]:

En el lenguaje coloquial, por último, se suele hacer referencia el ego como exceso de autoestima. Por ejemplo: “Este actor tiene tanto ego que, en algún momento, va a chocar contra una pared”.
Se conoce como egoísmo al amor excesivo que una persona tiene sobre sí misma y que la lleva a atender sólo su propio interés, sin interesarse por el bienestar ajeno. El egoísmo es, por lo tanto, lo opuesto al altruismo.
El egocentrismo, un término que hace referencia a centrarse en el ego (es decir, el yo), es la exagerada exaltación de la propia personalidad. El egocéntrico hace de su personalidad el centro de la atención.
En psicología, egocentrismo es la característica que define a una persona que cree que sus propias opiniones e intereses son más importantes que las de los demás. El término deriva del latín ego, que significa "yo". Una persona egocéntrica no puede "ponerse en los zapatos de los demás (quitándose primero los de él mismo)", y cree que todos buscan o deben buscar lo que él busca (o lo que él ve, en alguna forma, excede en lo que otros ve).
Jean Piaget (1896-1980) sostuvo que los niños pequeños son egocéntricos. Esto, de ninguna manera significa que sean egoístas, sino que no tienen todavía la suficiente habilidad mental para entender a otras personas que puedan tener diferentes opiniones y creencias con respecto a la de ellos.

Egoísmo. Buen tema para contradecir, digo, para tratar. He sostenido la relatividad de todo, y en los conceptos y en las palabras también hay dualidad, que pervierte su sentido, que perturba la oración, que conturba la sensación.

Siempre, desde los inicios de mis tiempos, la palabra egoísmo tenía una significación peyorativa pero a la vez hipócrita. Y me explico con ejemplos: No sea así, présteselo a su hermano! y Por qué se lo dio? No ve que ellos tienen más que nosotros?

De igual manera era el proceder social, cuando de voz alta se trataba, el consejo era que no fuera egoísta, hay que compartir con los demás. En círculos cerrados, el chisme dejaba el veneno que él mismo contenía.

Y viene la dualidad de la palabra, entendida como autoestima. Dirán que son palabras diferentes, la una menos afortunada que la otra, según se vea. Pero…

Autoestima quiere decir en mi simplismo, la estima que uno tiene frente a uno mismo, buena, mala o regular, es cómo se ve uno en el espejo de su propio ser, influido claro está, de cómo lo ven los demás a uno, si es motivo de burla, de envidia, de respeto y en cómo combinan todos esos factores para determinar cómo anda la estima de uno mismo.

A los inicios de la era del internet[3], los mensajes sobre la autoestima era la trabajada. Sé tu mismo! Los demás te ven cómo te ves tú mismo! Y así eran los mensajes, siendo de los más difundidos aquel gato que se miraba en el espejo y se ve como un león. Las cosas cambiaron y el discurso cambió a partir de redes sociales. Se proclamaba que ser egoísta no era pecado, se cambió el esquema y son tantos los mensajes que se cuelan en Facebook, invitando a quererse a uno mismo, a sentir que uno es el importante, que lo que vale es uno, sobre todo los mensajes están redirigidos a las mujeres. (Un paréntesis. No sé si se habrán dado cuenta que en Facebook la gran mayoría de mensajes, al menos de los que leo desde mi cuenta, son hechos y dirigidos para mujeres en su 90%, a veces, siguiendo su propio pensamiento, me siento discriminado, son excluyentes, pero qué se le va a hacer, ya estamos escaseando, cuando seamos la minoría notoria podremos exigir nuestros derechos a la igualdad).

            En aras a la precisión, porque de lo contrario termina ésto como un tratado, escrito por un… lo que sea, menos letrado en el tema, no creo que el egoísmo deba considerarse pecado ni irregularidad mental. Aunque la incongruencia con que escribí, el enredo que formé y la conclusión, incongruente y enredada, he de reconocerlo, hace que por hoy culmine superficialmente, como lo ha sido todo este artículo.

Y me sustento sobre lo escrito, al menos desde mi punto de vista; para uno qué debe ser lo más importante en este mundo? La familia? (cada uno toma su camino); La pareja? (algún día terminará, así sea con su defunción); los hijos? (cada uno toma su camino). Quién más queda?

Y si se quiere, eso me llevó a pensar que siempre se es egoísta, pero dado el estigma planteado, el concepto se camufla para que no resulte evidente. Nada más piense que va a llevar un ponqué de regalo, cuál escoje? El que le gusta a uno, apenas natural. Por el bien de la familia se va a comprar un carro, cuál se elige? Quién lo decidió, a pesar de aparentar democracia? Vamos a cine? Qué tal si vemos…? (Hipocresía? egoísmo manipulado para el goce del egoísta?)

            Para concluir, retomo la idea con una pregunta final: para bien o para mal, como se quiera ver, qué es lo más importante en la vida si no es uno mismo?

A este respecto, afortunadamente para la humanidad, el egoísmo individual ha resultado más fuerte que la locura colectiva.[4]



Tomado de Facebook



[1] Si se quiere, puede oírse Egoísmo, de Julio Miranda. Me encanta esa canción. https://www.youtube.com/watch?v=1I1zLJ-lZO0
[3] Quizás en este punto el lector esperará una definición del pecado. Sin embargo, esto no tiene dificultad: pecado es lo que desagrada a los que dirigen la educación. B. Russell. Por qué no soy cristiano.
[4] B. Russell. Por qué no soy cristiano.

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