Me preguntó el espejo. El rubor afloró. Y para colmo agregó: Dilo, que haces por mí?
Pero dijiste por ti, repliqué.
Sí, repuso, ese
ti debes entenderlo por mí o acaso no eres mi reflejo?
Si lo ves bien, agregó, siempre estás pensando en el mí, pero del prójimo. Haciendo cosas para
ese mí que no eres tú, para el patrón, para los hijos, para la familia, para el
vecino, pero qué haces por ti, por ese reflejo que está ante ti? Entiendes?
Quedé mudo al quedar al descubierto. Siempre pensé que el mí
era el mío, ese que es yo, que es el ti que se refleja, en el mí por el que no
haces nada, por estar haciéndolo todo por el mí ajeno, por el tercero
reflejado, por el que no es mí pero que pasó a ser ti y que hacías todo por ese
mí que no eres, porque él se desprendió del mí y pasó a ser ti y hacías todo
por ese mí que no eres ti, porque ese ti tiene un ti adicional que lo sujeta
también.
Entonces, vuelvo a preguntar: qué
haces por ti, que es tu mi reflejo?
Quedé sin palabras, no las había, me sentí descubierto, sin
ti y sin mí.
Esta gente no
vive. Sólo existe.(1)
De Facebook 29176748_918736925001210_4344274495515656192_n
(1) Philip Short. Mao. En
palabras de Sherwood Eddy, refiriéndose a los chinos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario