martes, 8 de mayo de 2018

VIDAS



Comencé a vivir sin darme cuenta, lo cual es sin duda una de las metáforas de la felicidad.(1)

Será que en una misma vida tenemos varias vidas vividas, pero no recordadas en su propia transmutación?

Sería una vida fatal. Por decir algo, una vida de infancia, una de adolescencia, una de madurez, una de vejez? Por solo mencionar algunas, me digo.

Una misma vida, una vida alimentada de varias vidas o esas varias nutriendo la vida misma?

Dirán que no son vidas sino etapas, que todo es cuestión de significancia, pero me pregunto y si no son etapas sino vidas? Como si fueran cambios de piel, se deja una para iniciar otra y otra y otra más y la otra adicional y solo quedan recuerdos, dejando solo la sustancia, quedando en la ignorancia, sin dejar ver la transición, sin notar el cambio, porque la piel que se deja, es vida que se abandona, que se deja imperceptible, no es vivida en su transición porque es evaporación de una vida, surgimiento de otra, pero sin dejar rastro, sin permitir comparar, para comprobar, para demostrar que fue una vida dentro de otra vida.

Son instantes invisibles, como es el mismo tiempo, invisible, que pasa, constantemente, como el reloj que dice una hora pero al reparar en ella, es ese mismo instante en que se alejó y nada dejó, porque se evaporó y en el recuerdo de ese instante, nada quedó, salvo, de pronto, un recuerdo, solo un recuerdo.

De ser así surge una nueva pregunta, inconclusa, como todo: Eso nos hace mutantes?


Me di cuenta de que mi ignorancia, más allá de estas generalidades, había decorado la escena con falsedades o inexactitudes… (2)

Óleo sobre papel, con espátula. JHB (D.R.A.)

(1) Juan Gabriel Vásquez. La forma de las ruinas.
(2) Ibídem.

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