Abrir la hoja, tener
una idea para comenzar a dar forma al escrito y ver cómo la idea se frena, se
estanca, se disuelve en la ilusión, se evapora entre el teclado y todo se
mantiene igual, en blanco. En el blanco original que no debía ser.
El deber ser era el
de ir llenándose la hoja sola, con ese pensamiento preconcebido que le llevaba
a la acción, pero irrealizado al quedar en blanco, un detalle que hace que el
escrito se evapore.
Un olvido de una musa
huraña, aquella que no quiso aparecer, que decidió permanecer en la penumbra.
Época de navidades
que por cambio de rutina hizo que toda la rutina se desplomara, en otra rutina
diferente. Y eso me lleva a pensar en la rutina de fin de año.
Sacar lo que ya no
sirve, lo que no usa, botarlo, regalarlo, destruirlo, deshacerse de eso que
está arrinconado sin uso, de aquello que estorbó desde su adquisición o que ya
perdió su forma, su función.
Época de balances. Lo
bueno, lo malo y lo feo. Del año, de la vida, del quehacer, de la rutina,
olvidando que lo que fue, fue, así de simple, sin necesidad de buscar excusas,
a un culpable o un eximente. Siempre es lo mismo, año tras año, a pesar de los
años.
Y todos los años
termina uno preguntándose lo mismo; las exculpaciones, las mismas; el
responsable, el mismo. Olvidando que la vida misma y el diario vivir y aún la
rutina tiene algo bueno, algo malo y algo feo y siempre, repito, olvidando que
lo que fue, fue. Es inexorable, para qué darle tantas vueltas a la vida.
Y perder todo el
tiempo, ya no siendo laboralmente activo, porque qué evaluación podría hacerse
de lo bueno, lo malo o lo feo, si todo el año fue una constante de pensionado
que no se quiere dejar envejecer, en lucha constante contra lo que ataque su
propia rutina y porque es lo único que tiene, lo único que le sostiene.
De todos modos la
lección sigue siendo la misma: lo que fue, fue y uno no es el único
protagonista, ya que ya no vale la pena buscar un responsable, pues hasta la
rutina lo sentenció de antemano, recordando que lo que fue, fue.
El dilema está en
cada día conocer menos e ignorar más.
Viudas
a las que la vejez ya había tranquilizado. (1)
Óleo con espátula sobre papel. JHB (D.R.A) |
(1) Saramago. Claraboya.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario