viernes, 11 de enero de 2019

MEZQUINDADES


En las fiestas navideñas vi una vez más lo que es la mezquindad humana.

Vivo en un conjunto con quinientos apartamentos y a cada torre le correspondía hacer la novena respectiva. Para el efecto algunas personas de cada torre pasaban por una contribución de al menos mil pesos (irrisoria suma). En muchos lugares fueron recibidos con la vieja frase de que no tienen (mil pesos, suma irrisoria), o los daban pero de mala gana o en otros casos agregando el veneno correspondiente, espero que no se los roben o al menos que den algo mejorcito de lo que dieron en la novena del día anterior. Eso más que mezquindad es… no sé cómo llamarlo, pero son actuaciones que me emputan, a pesar de ser fiestas de cordialidad, de momentos de mejor sonrisa, al menos una al año. Pero no!

La otra, ver que en cada novena aparecían a rezar unas cuarenta personas (de un promedio de mil quinientas que puedan habitar en el conjunto). Sin embargo, a la hora del refrigerio aparecían ciento veinte, supongo que pocas daban las gracias con decencia, mientras otras más ya estarían criticando de lo poquito que dieron, de cuánto se habrán robado y así la serie de comentarios a los que nos acostumbramos.

Y ello me lleva a recordar las oportunidades en que invitan a algo, pero si no es gratis no se reúne la gente (o amenazada con multa, como sucede con las asambleas de copropietarios). Y cuando es gratis la gente pierde la cabeza, no sabe si lo quieren, si les gusta, el hecho es ir por ir y obtener la muestra gratis. Y lo que es peor se hace automáticamente el desorden y los aprovechados que ponen al resto de familia a ir para obtener la mayor cantidad de lo gratis, sin importar qué sea. Y todos quieren ser los primeros, para poder volver a pedir gratis, sin importar nada, lo importante es que a las buenas o a las malas se logre el objetivo, tener. Es triste ver a la gente como loca arrumada por algo de lo que no tienen claridad, lo único que quieren obtener es algo gratis, saltando encima de los demás, irrespetando a todos. Eso es lo que somos.

Y estos son suficientes ejemplos de por qué la humanidad no progresa y de lo mezquinos en que nos hemos convertido, de una manera por demás grotesca.

Somos un país supersticioso. ¿Cómo es el suyo? He visto que ustedes no tienen pena de muerte, pero hay más ejecuciones que acá, ¿cómo puede ser eso? Tendrá que explicármelo. (1)

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(1) Santiago Gamboa. Plegarias tristes.

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