En las fiestas navideñas vi una vez más lo que es la
mezquindad humana.
Vivo en un conjunto con quinientos apartamentos y a cada
torre le correspondía hacer la novena respectiva. Para el efecto algunas
personas de cada torre pasaban por una contribución de al menos mil pesos
(irrisoria suma). En muchos lugares fueron recibidos con la vieja frase de que
no tienen (mil pesos, suma irrisoria), o los daban pero de mala gana o en otros
casos agregando el veneno correspondiente, espero
que no se los roben o al menos que
den algo mejorcito de lo que dieron en la novena del día anterior. Eso más
que mezquindad es… no sé cómo llamarlo, pero son actuaciones que me emputan, a
pesar de ser fiestas de cordialidad, de momentos de mejor sonrisa, al menos una
al año. Pero no!
La otra, ver que en cada novena aparecían a rezar unas
cuarenta personas (de un promedio de mil quinientas que puedan habitar en el
conjunto). Sin embargo, a la hora del refrigerio aparecían ciento veinte,
supongo que pocas daban las gracias con decencia, mientras otras más ya
estarían criticando de lo poquito que dieron, de cuánto se habrán robado y así
la serie de comentarios a los que nos acostumbramos.
Y ello me lleva a recordar las oportunidades en que invitan a
algo, pero si no es gratis no se reúne la gente (o amenazada con multa, como
sucede con las asambleas de copropietarios). Y cuando es gratis la gente pierde
la cabeza, no sabe si lo quieren, si les gusta, el hecho es ir por ir y obtener
la muestra gratis. Y lo que es peor se hace automáticamente el desorden y los
aprovechados que ponen al resto de familia a ir para obtener la mayor cantidad
de lo gratis, sin importar qué sea. Y todos quieren ser los primeros, para
poder volver a pedir gratis, sin importar nada, lo importante es que a las
buenas o a las malas se logre el objetivo, tener. Es triste ver a la gente como
loca arrumada por algo de lo que no tienen claridad, lo único que quieren
obtener es algo gratis, saltando encima de los demás, irrespetando a todos. Eso
es lo que somos.
Y estos son suficientes ejemplos de por qué la humanidad no
progresa y de lo mezquinos en que nos hemos convertido, de una manera por demás
grotesca.
Somos un país supersticioso. ¿Cómo
es el suyo? He visto que ustedes no tienen pena de muerte, pero hay más
ejecuciones que acá, ¿cómo puede ser eso? Tendrá que explicármelo. (1)
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(1) Santiago Gamboa. Plegarias tristes.
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