Ya que ando filosofando (y pontificando sin autoridad
y con descaro) y luego de hablar de la libertad, sin decir nada, pensaba en el
destino, en la vida y en la misma libertad.
He de confesar que soy un creyente del destino, más
que del azar de la vida y menos que de la libertad. En cada decisión de la vida
se plantean al menos dos interrogantes, tales como: por aquí o por allá y si
decidimos por el aquí, terminamos preguntándonos si hicimos lo correcto o qué
hubiera pasado si hubiéramos tomado el por allá. Lo que indica en principio que
tenemos la libertad de decidir.
Así como no puedo probar que exista o no Dios, de
igual manera no puedo hacerlo con el destino, no sé si exista o no, sin saber
si lo irónico es que el otro nombre de Dios sea destino. Como sea, tengo ese
convencimiento inexplicable de que uno antes de nacer ya tiene escrito su
destino en un libro que aparentemente está en blanco pero que nace a la luz
cada día que pasa y, por ello, ni siquiera somos nosotros quienes lo
escribimos, ya viene escrito con tinta invisible al que cada día que pasa
aflora la visibilidad que parecía inexistente gracias al nacimiento del nuevo
día transcurrido.
Nada más pensar en tanto prohombre que aparentemente
está destinado a dirigir un país y por más intentos que haga nunca lo logra,
por más deseos de ser, por más decisión que tenga, al que no le toca, no le
toca. Así de fácil.
Y ahora me pregunto: somos responsables de nuestro
propio destino. O acaso no es el destino el responsable de nuestro propio
destino? No es responsable de lo que somos, de lo que pretendemos ser
haciéndonos creer que somos dueños de nuestro propio destino, que somos sus
forjadores? Acaso tomamos decisiones propias? O acaso no han sido tomadas de
antemano, dándonos la apariencia de que fuimos nosotros quienes así decidimos?
Si es así, somos acaso esclavos del destino? Muchas veces pienso que si estoy
sometido a un destino predeterminado, hacer o no hacer da la misma cosa –a
pesar de que no hacer también es actividad- y por lo tanto la mejor decisión
vendría a ser quedarse quieto que el destino camine su propio sendero, pues ya
todo está escrito (me recordó los pasajes de la Biblia que parece confirmarlo).
Y como todo queda vaporosamente escrito, leyendo algo
de taoísmo, decía que la vida es el camino y como tal hay que limitarse a
seguir el camino. Y en mi inquietud quise agregarle que no estamos para
cuestionarlo, como tampoco a Dios? (Sin sarcasmos, me oigo decir).
La vida me había enseñado que no te puedes fiar de lo que
pasará en los siguientes quince minutos.(1)
(2) Tomado de https://www.frasesdobem.com.br/frase/10417
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