Hablando de visas, parto del principio de que cada
país es libre de permitir o no la entrada de extranjeros a su tierra. De eso no
tengo ninguna duda. Sin embargo lo que no resulta aceptable es que por razones
ocultas jueguen con ese papelito. Y en eso son especialistas los gringos.
Es su forma de, sin sarcasmo, manipular, de presionar
y dejar en claro quién es el que manda, de sentirse superiores, de presentarse
como manipuladores bajo la apariencia de condescendencia, en lo que son
realmente expertos, agregado a su poder de tener doble y hasta triple moral, a
conveniencia y tener un presidente de la talla de Trumph y con eso se dice todo.
De cómo puede ser tratado el que va a pedir visa o a
la entrada de su inmigración ese es cuento que quienes lo han padecido lo
pueden decir. Sé de oídas pero hasta el momento no me consta porque aún no he
pedido la visa gringa, puede que algún día me toque y si la CIA ha seguido mis
blogs o mi feis lo más seguro es que me la niegue, con lo que he escrito tienen
suficiente motivo para excomulgarme, tanto como la iglesia ya lo ha hecho. Ya
llegará su momento para experimentarlo, me digo.
Pero indigna que la manipulación sea tan grosera y
grotesca como lo ha demostrado el embajador gringo con sus desayunos con
políticos y altas autoridades, donde somete y hasta defenestra sin ser ellos
los autorizados, aunque los gringos consideran que sus leyes aplican a toda la
humanidad, en lo que les conviene. Y naturalmente indigna más que los
amenazados se sometan sin chistar. Y ya no indigna, sino que emputa, que un
gobierno se arrodille ante los gringos y ni siquiera hagan una simple cartica
de protesta, sino que exculpan al gringo por saberse sometidos.
Aunque no es nuevo, según cuenta la
leyenda, políticos, eclesiásticos y jueces, importantes claro está, debían
acudir a la embajada a rendir culto y tributo para ser vistos con buenos ojos por los del norte.
Y para no alargar el cuento debe
recordarse que todo imperio termina, algún día, pero mientras estemos sometidos
a su dominación, nos toca comer callados, como buenos súbditos.
Menos mal que la Iglesia había declarado que el infierno no
existía porque, de no ser así, no hubiera vuelto a dormir tranquila durante el
resto de mi vida.(1)
De Google. (2)
(1) Matilde
Asensi. El regreso de Catón. Quién sabe si cuando pida la visa gringa pueda
dormir tranquilo, agrego.
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