miércoles, 12 de agosto de 2020

EL OTRO


             Cómo no poder verse uno mismo como realmente es?

             Sé que toda apreciación de uno mismo es subjetiva, no se puede ser objetivo con uno mismo al dejarse llevar de sensaciones al ver a los demás, entonces cómo poder ser objetivo con uno mismo?

             Por los años de enseñanza o de costumbre, se nos ha educado a tener siempre una disculpa exculpatoria, hasta la odiosa excusa de que así soy yo, que es la más subjetiva, la que se ofrece cuando se pierde todo tipo de argumentación de ofensa.

             Y más, cuando –aunque debería decirse y menos-, cuando con los años se ha cambiado, sin saberlo, sabiéndolo pero ocultándolo o simplemente negándolo.

             Los pensamientos de ese ayer lejano no son los mismos del ayer cercano, así como no son los de hoy.

             Cambiamos como se cambian los quereres, por ejemplo, los futbolísticos. El que es de Millos odia a los demás, pero si alguno de los demás juegan contra un extranjero, son los mismos que están arengando a los odiados y me pregunto si será por eso que los hinchas tienen tantos odios acumulados, según el rival? (Aplica para los fanáticos religiosos, políticos, sociales).

             Así seremos? Y por eso, al serlo, es que no nos permitimos enjuiciarnos a nosotros mismos?. Ayer fui más descontento, hoy más sometido, más conforme? Ayer la impaciencia impedía que frenara, hoy ya no hay mucho por lo que se deba correr –y menos con este coronavirus que nos ha hecho más lentos-.

             Será que la falta que nos impide reconocernos, tal cual somos, sea precisamente la causa por la cual no podamos aceptarnos o de poder vernos de una manera objetiva y hasta ecuánime, si nos fuera posible?

             Sobra decir que el problema también radica en la serie de personajes que tenemos dentro, los cuales ocultamos unos, reflejamos otros, todo a conveniencia, a gusto y a disgusto. Y lo peor es que como siempre tenemos algo qué ocultar –así sean bobadas, en la misma manera, como dijo el doctor House, todos mentimos, por eso todos nos mentimos, porque procuramos mantener todas esas caras, esas caretas, esas facetas ocultas que nos impiden reflejar nuestra propia objetividad.

                                                        —«Sin esperanza, pero sin miedo» —repitió Carlos—. ¿Qué quieres decir con ello?

                                                                                                                           —En la obra de Séneca Cartas a Lucilio, en la número cinco, el filósofo romano dice que «Si dejas de esperar, dejas de temer». Yo creo que esa es una buena divisa. Significa que, si tienes esperanza, o interés, en algo, puedes tener miedo a perder lo que más deseas, pero si no te obsesiona ese deseo de poseer algo, entonces perderás el miedo.[1]


 


[1] José Luis Corral. Los Austrias. El dueño del mundo

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