Otras frases que a cada momento oigo y aún en mis tiempos decía, ahora no, porque estoy socialmente invisible y ya no tengo que recurrir a esas argucias, me dejan qué pensar, particularmente en la imposibilidad social de no poder decir no, sin agüero, como se decía en mis épocas lejanas, de excusarse sin remordimiento, todas ellas dichas particularmente al momento de la despedida.
Nos
vemos.
Yo te
aviso.
Hablamos.
Quedamos
entonces así.
Déjame
tu teléfono.
Voy a
verificar una cosa y le aviso.
Hablamos
otro día.
Todas estas frases, por el mismo
eufemismo, encierran precisamente lo contrario y así es aceptado por todos, ya que éstas no nos dan vergüenza decirlas sabiendo que no lo vamos a hacer y con la
conciencia de que el otro así lo entendió, que no tenemos ni la más mínima
intención de cumplirlo.
Lo mismo ocurre cuando uno se
encuentra con alguien y salen palabras parecidas, como usted no llama…, me quedé esperando su llamada…, a sabiendas
de que ambos mienten.
Todo esto me llevó a pensar si con
la evolución no se ha presentado un cambio también en el lenguaje, sutil e
hipócrita, pero por todos aceptado. De ser así, llegaremos a que la paradoja del
mentiroso o de Epiménides[1] -según me culturiza
Wikipedia-, dejaría de serlo y se convertiría en un
sofisma de distracción?
Sutilezas del lenguaje social? Al
parecer es así y así nadie se ofende, creo!
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