miércoles, 5 de agosto de 2020

MICRÓFONOS ABIERTOS

            No sé si es gracias a la tecnología que nos ha hecho más evidentes, nos ha despojado de hipocresía y nos ha mostrado tal como somos actualmente.

 

            No es que en el pasado no lo fuéramos, lo éramos, pero había ciertos parámetros, aún para la corrupción, que no nos dejaba tan malparados como ahora, en que todo es público, todo vale para hacerse público y, de cualquier manera, termina publicado en una red social.

 

            La desgracia, particularmente para políticos, incluidos personajes gubernamentales, es que por un pequeño olvido, no se cierran los micrófonos y ahí salen a relucir frases, despectivas naturalmente, como el del presidente refiriéndose a esa vieja, o la del honorable congresista diciendo ese es mucho hijueputa o No marica, ¡qué amargura, qué amargura!. ¿Viste lo que puso Bolívar, de que ella se retiró? Hijueputa, lee los comentarios que me hacen. Con estos hijueputas no se puede hacer nada. ¡Qué mierda¡[1] y basta con decir que qué pena, pero que me sacaron de contexto o que estaba haciendo catarsis –bonita palabra para sacar el ....

 

            Recuerdo que el hablado de camionero –el que teníamos en grupos íntimos de amigos, en donde de cuatro palabras, tres eran groserías- tenía un código, en el sentido de que se usaba precisamente cuando se estaba en intimidad y no como ahora que sin vergüenza ni rubor, cuando no en voz bien alta, se habla mal de cualquiera, se expresa con la mayor verborrea sin, como digo, rubor alguno. Y ese camionero que todos los hombres teníamos –y conservamos, supongo- se trasladó a las mujeres quienes ya sin pudor alguno madrean de lo lindo, sin importar el lugar que ocupan ni el lugar en donde se encuentran.

 

            Entonces me pregunto si antaño teníamos un hipócrita código que al menos nos presentaba como mejores personas?

 

Un hombre debe dominar todas sus emociones para ser verdaderamente libre.[2]


No hay comentarios.:

Publicar un comentario