lunes, 28 de diciembre de 2020

HASTA DÓNDE PODEMOS LLEGAR?

            Empecé a ver una serie checa en donde la hija de un policía mata, aparentemente en defensa propia, a un honorable juez que la quería violar y el papá hace lo posible por deshacerse del cadáver y exculpar a la hija. Luego veo un titular de prensa[1] que anuncia de un pasajero que le pegó un tiro a un taxista por cobro abusivo, supongo. Y recordé todos los desafueros que han sido noticia, mas las series policiacas vistas y hasta los crímenes perfectos.

 

            Entonces me pregunté hasta dónde es capaz uno de llegar, sea en un acto de violencia, de extrema ira, de legítima defensa, de protección o de simple deseo. En mi caso, me he visto en casos de extrema piedra, en los cuales me hubiera gustado patear y hasta destrozar a ese otro, motivo de ira. En otros, me he limitado a pensar o a enviar literalmente a la mierda a ese otro, motivo de mi ira. Supongo que en algún otro caso me hubiera gustado descuartizar a ese prójimo, motivo de mi ira.

 

            Hoy me pregunto qué me impidió  patear o matar a ese otro, que –según mi versión- fue objeto del deseo. Y no me he podido contestar. Naturalmente llegaron a mi cabeza las excusas pertinentes. Aquello de la moral enseñada, de los principios, del respeto y todo eso, pero ninguna de ellas me satisface, porque realmente me gustaría saber qué impidió que algo así sucediera. Miedo. Oigo que un susurro en mi cabeza lo dice. Miedo? Sería el miedo lo que impidió que actuara de alguna de esas maneras? Supongo que esa puede ser la verdadera respuesta o por lo menos la más aproximada… (cobardía) escucho nuevamente en susurro. Puede ser. Pero son misterios que me tocarán resolver si algún día llego a manos de un siquiatra.

 

            De lo que sí estoy seguro es el placer que se desprende, ante una lucha perdida, de poder gritar a pulmón herido un hijodeputaaaaa! viendo como se aleja el objeto motivo de ira. Dicen que la ira es mala consejera, así es, pero la ceguera que produce es directamente proporcional al placer de la adrenalina que se produce y que le deja a uno la sensación de haber vencido.

 

            Pero sigo preguntándome qué le impide a uno matar al prójimo? (cuando se lo merece, claro está!) –sarcástico, que estoy-.

 

… y, como muchos de los naturales de esa isla, parecía convencido de que la grosería es tan esencial para el habla como lo es el aire para la respiración[2].


Tomado de Google
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[1] https://www.elespectador.com/noticias/bogota/por-el-cobro-de-la-carrera-pasajero-le-disparo-a-un-taxista-en-bogota/

[2] Donna Leon. Amigos en las altas esferas

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