Este es muy particular. Casi un año en encierro, unas festividades decembrinas que ni siquiera se han notado, novenas que ya no se ven, ventanas festivas que se han ido evaporando, sensación de diciembre evaporada.
En mi caso
son 65 diciembres, entrado en lo que ya llaman seriamente el adulto mayor,
ahora difamado con aquello de estar ya en población vulnerable.
Me pregunto
cuándo pasaron. Fue imperceptible el paso, silencioso, sin hacerse notar, solo
delatables por la multitud de canas y de arrugas. Me pregunto cuándo empecé a
caminar más lentamente, a agacharme a recoger algo en tres tiempos, a cansarme
más rápidamente, a volverme crítico como aquellos viejitos que en mi juventud
veía tan criticones. Sin mencionar, claro está, la necesidad del pastillaje de
viejitos, es decir las pepas del colesterol, de triglicéridos, para las
agrieras, para el corazón, con sus sagradas horas de medicación.
Cuándo
pasaron esos años? Porque pasaron sin avisarme, sin prepararme para ese mañana
que ya es hoy y de ese ayer juvenil ya no tengo recuerdos frescos, todos están
amañados y acomodados, tal vez para… qué voy a saber yo, porqué se disfrazaron
lo que debía mantenerse como recuerdo puro. Son muchos años, lo sé. Ya transité
en cada época lo que debía caminar, bien o mal, pero son mis pasos, hoy distorsionados
con el ayer, lo reconozco. Sólo las fotos, de seres hoy irreconocibles, son los
auténticos testigos de cada paso dado, nadie más, porque aún los que en algún
momento me conocieron sólo tienen un recuerdo borroso de lo que fui en ese
momento.
Pensamientos
deprimentes? No, solo recuerdos surgidos por la edad, porque, como sea, la vida
me ha tratado muy bien, en eso estoy agradecido. Son meros momentos de
reflexión. Para recordarme, tal vez, dentro de diez años que pasaron esos años,
lentamente y tampoco me di cuenta de su paso.
A esta edad
ya no hay lugar a lamentaciones, por eso dejo de escribir cartas al Niño Dios
porque es poco lo que podría pedir, mucho por agradecer y los cielos solo están
para los pedidos, solo a ellos se acude en esos momentos, espero que no sea mi
caso, pues en tal situación, bastaría con decir que ya cumplí, que es hora.
Como sea,
del hiperactivo de ayer, poco queda; para ese atravesado que fui, quién sabe
cuánto quede; del iluso juvenil, la vida me enseñó a aceptar lo que va
viniendo. Y no crean que está escribiendo un depresivo, nada de eso, la idea no
era esa, solo quería plasmar una vida, corriente, como la de cualquiera,
pasando desapercibida, silenciosa, sin hacerse notar, pero reflejada en el
espejo, el cual, en cualquier caso, no miente, así se quiera ocultar ante unos
ojos reflejados.
Ya veremos
lo que nos depara el mañana, siempre que se cierre este ciclo de encierro, que
según veo, nos tomará un año más, espero que seamos libres en la próxima
navidad.
—Supongo que porque me gusta el pasado —dijo—.
Leer sobre otros tiempos nos enseña que, en realidad, a pesar de que han pasado
siglos desde entonces, no hemos cambiado tanto. [1]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario