Me atreví a decirlo en voz alta. En su cara vi la cara que siempre pone cuando hago preguntas extrañas. Por eso estamos juntos, no por mis preguntas sino por el tiempo que ha hecho que conozcamos nuestras expresiones y sus consecuentes efectos. Tampoco esperaba respuestas, sabe que omitiendo comentarios, mis preguntas no merecen su explicación.
Aún así me seguía preguntando a dónde iban los pensamientos, todos esos pensamientos a que estamos esclavizados, ante la imposibilidad de dejar de pensar. Hasta dónde viajarían, llegarían a su destino, tal como lo hace una señal de internet? Porque el pensamiento también habría de viajar, como las palabras, ambas intangibles, invisibles, pero con contenido, reales, existentes. Además porque los pensamientos eran palabras no dichas, palabras no expresadas, no verbalizadas, pero eran ideas, energía en movimiento.
Un cerebro todo el día pensando, pendejadas, está bien, pero eran pensamientos, palabras solo oídas, sin ser vistas. Enclaustrada en el cerebro, está bien, pero deberían volar, como las palabras, como el internet, como el viento, no podían estar encarceladas en un cerebro, como el cuerpo.
A irían? Cómo se transformarían? Cómo volarían? No me imagino los pensamientos flotando por ahí, esperando un dueño, esperando un oidor, tanto como no he podido imaginarme cómo viajan las señales electromagnéticas, como el Wifi, por ahí flotando. Qué tal que las viéramos, cómo sería el mundo a su alrededor?
Y estando en éstas alcanzo a oírla diciendo:
- Y no se te olvide comprar el pan, me oíste?
- Ajá, respondo en automático, que no me olvide de comprar el pan. Pero sigo pensando a dónde se fueron mis pensamientos? Se van al recuerdo o se evaporan, como si nunca hubieran existido..
El asno estaba inmóvil, mirando fijamente al infinito.(1)
Tomado de Facebook
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(1) Marco Vicchi. El recién llegado.
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