miércoles, 7 de abril de 2021

UN DÍA CUALQUIERA

             Un día cualquiera, ante la inquietud de recibir una tarjeta que había solicitado hacía diez días y que me habían dicho que en tres días hábiles la enviaban y viendo que pasaba el tiempo, quise preguntar al teléfono rojo del bancodav (ups!) qué había pasado con el envío.

 -                     Buen día, señor Juan, en qué le podemos servir? (4:02 pm).

-                     Quisiera preguntar cuándo me envían una tarjeta de crédito que solicité por reposición hace más de una semana?

-                     Un momento, señor Juan, verificaremos en el sistema.

 Se hace un silencio sepulcral, dado que ya no ponen esas tonadas que antes ponía para la espera, afortunadamente, pero en el silencio no queda más remedio que la espera hasta que le dicen a uno:

 -                     Gracias por su espera, señor Juan. (4:08). De qué tarjeta se trata?

-                     De crédito.

-                     No, el tipo de tarjeta.

 Qué carajos me está preguntando, me pregunto en silencio, será que le digo que una negra, como en efecto es el plástico?

 -                     No entiendo, es una tarjeta de crédito que tengo con ustedes.

-                     Señor Juan, la franquicia.

 Será que le digo que es del bancodav? (ups, casi se me sale). Hasta que recapacito y se me aparecen infinidad de opciones, hasta que caigo en la nota:

 -                     Visa, si no estoy mal.

-                     Un momento, señor Juan, verificaremos en el sistema.

 Otro silencio sepulcral y pienso, acaso no tienen toda la información en el sistema? Pero como son las cosas, espero a ver que se viene y ya empieza a aparecerme el geniecito que se me sale cuando me resultan con estupideces.

 -                     Gracias por su espera, señor Juan. Me puede dar un teléfono por si se cae la llamada? (4:14)

 Doy el número del celular y el consabido, un momento señor Juan verificaremos en el sistema.

 Dos minutos después vuelve y juega (como en el teléfono aparece la duración de la llamada cada vez que había un silencio miraba el tiempo transcurrido).

 -                     Gracias por su espera, señor Juan. Me puede dar los cuatro últimos dígitos de la tarjeta?

 Los doy y vuelve y juega con el un momento señor Juan y quedo en el silencio y con el ardor a punto de explotar porque la pregunta era muy sencilla: cuándo me llega la tarjeta que pedí la semana pasada?

 -                     Gracias por su espera, señor Juan. Su tarjeta le llegará en tres días hábiles. Ha quedado satisfecho con la consulta?

-                     No, respondo ya con la piedra afuera, señorita lo único que preguntaba era que cuándo me llegaría la tarjeta que había solicitado hace más de una semana, porque esta era la hora en que no la habían enviado y me habían dicho que esperara tres días hábiles. Es lo único que deseo saber. Y ya llevo 25 minutos en una simple consulta.

-                     Señor Juan, es que tenemos que consultar con el sistema y lo que le digo es lo que aparece en el sistema. Gracias por su llamada, etcétera, etcétera, etcétera.

 Pensé en qué servía perder más tiempo, media hora para una sencilla pregunta que nunca fue absuelta y ni modo de quejarme, porque de nada vale; afortunadamente luego de esa despedida me mandan a una encuesta, en donde 1 es muy malo y 5 es excelente. A todo contesté 1, para ver si me llaman a averiguar lo que pasó. Ya veremos.

 Y me sigo preguntando, una simple pregunta que me generó estrés, perdí media hora inútilmente y no me quedó claro si el bueno de la película era yo. Esta es la modernidad de la sistematización, pensé lamentándome luego de colgar.

 Y todo por una simple inquietud.

—Sería el colmo del absurdo.

—Guido, ¿no hace ya veinte años que trabajas para la ciudad? A estas alturas, ya deberías saber que el absurdo no es obstáculo.[1]

Tomado de Google. 250801


[1] Donna Leon. Altas esferas.

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