Un estilógrafo, tinta verde, como se solía usar. Una página en blanco y… nada qué decir.
Pero sí, mil pensamientos, la mente no se puede estar
quieta, no puede ponerse en blanco -ni en negro, supongo-, eso es bien sabido.
Mil pensamientos, naturalmente, pero todos meras
pendejadas, nada concreto y la página sigue en blanco.
Eso cree uno.
Concéntrese, mijito, oigo decir.
Pero nada que valga la pena anotar. Solo pendejadas. Nada
qué decir, nada qué anotar. Una persona común y corriente, con actividades
iguales a las de cualquiera. Nada qué decir, porque nada interesante pasa, como
a casi todos.
Sigo pensando. Un estilógrafo y una página, pero ya no en
blanco. Bastante curioso, se fue llenando, de pendejadas, ya lo sé, de
pensamientos de alguien que tiene un estilógrafo, una hoja en blanco y nada qué
decir.
Qué raro que una persona casi
ni exista si no está en las redes, ¿verdad?[1]
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