Qué pensará un monje tibetano al haber pasado la mayoría de su vida entregado a sus rituales? Cada día viendo pasar las gélidas brisas de las montañas del Himalaya. Cada día repitiendo interminablemente las letanías aprendidas en la juventud. Haciendo las abluciones aprendidas con rigor, acompañadas de las salutaciones correspondientes. Pasando la mala[1] constantemente para no dormirse, entre otras cosas. Buscando siempre la quietud del alma en búsqueda del nirvana, que tan solo han logrado los verdaderos budas[2]. Ver pasar el tiempo, día tras día, el mañana igual que el ayer, con agua constante, frío constante, pocas ropas, pero con fe venciendo las inclemencias, dándose calor desde el interior con la única fe de perseguir ese nirvana tan deseado.
Qué pensará
un judío ortodoxo al haber pasado la mayoría de su vida frente a un libro en su
atril, recitando constantemente las plegarias contenidas en la Torá[3],
mientras deslizan su cuerpo de adelante hacia atrás, una y otra vez, repitiendo
en hebreo las palabras que de allí emanan, mientras sus otros compañeros se
encuentran dentro del salón haciendo las mismas salutaciones, movimiento que
igualmente realizan para no dormirse, me digo. Plegarias que abarcan todo,
particularmente de sometimiento a la voluntad divina y aparentemente, a una
constante de pecador eterno que requiere de redención, según deduzco al ver a
Shticel en Netflix. Aunque no veo que estén en búsqueda de algún Nirvana,
pareciera que más bien están en búsqueda de algún perdón por algún pecado
indefinido, cometido por algún pecador igualmente indefinido. Y a renglón
seguido, como su tarea en este mundo es estar allí sentados por la eternidad,
vi que correspondía a las mujeres[4]
mantenerlos, lo que me llamó la atención. Un paréntesis que consideré
necesario, me digo.
Eternas
rutinas que no sé a dónde llevan, aunque los lamas al menos buscan la paz del
alma, supongo. Y pensé, además, que la rutina no es mala, como parece que nos
vienen enseñando, porque realmente la rutina hace al verdadero maestro.
Entonces me
pregunté, sin pretender criticarlos, si alguna vez se han cuestionado si existe
un más allá al que tan anhelosos están o, por virtud de la fe misma, lo dan por
descontado. Alguna vez se habrán preguntado por la rutina en la intimidad del
rito. Alguna vez se habrán sentido frustrados al encararse a esa rutina sin ver
un fruto. Lo sé, son preguntas retóricas, como todas las que suelo hacerme,
pero viendo las películas no dejaba de pensar en ellos.
Tal vez sea
esa la diferencia conmigo, ellos tienen fe ciega, tienen esperanza de ver
cumplidos sus deseos, sus esfuerzos. Espero sinceramente que ninguno de ellos
se vea sin esperanza, si con eso tienen esperanza, pues de lo contrario, el
futuro es muy negro.
—La vida es así.
Hay que aceptarla tal como viene porque no queda otro remedio.[5]
[1]
Un mala o japa mala es una sarta de
108 cuentas esféricas, generalmente de madera, usada en el hinduismo,
el budismo y
el sijismo para
recitar mantras o
el nombre o los nombres de una deidad.
Wikipedia.
[2]
En el budismo se relata que Buda
Gautama no ha sido el único
buda. El canon pāḷi se refiere al buda Gautama como el 28.º de una larga lista
que surgen paralelamente al florecimiento y posterior desaparición de su
enseñanza (véase la Lista
de los 28 Budas). Según el budismo, el
próximo Buda aparecerá dentro de cien años y será llamado Buda
Maitreya (Pāḷi: Metteyya).
Wikipedia
[3] El
judaísmo ortodoxo se guía principalmente por la halajá o
ley judía especificada en el Talmud y
codificada en el Shulján
Aruj. Estos a su vez se basan en la Torá,2
la ley del Pentateuco.
De todas las corrientes del judaísmo, el judaísmo ortodoxo es la que más sigue
las leyes de la tradición oral, ya que esta fue entregada por Dios, en el monte
Sinaí y de ella salen todas las leyes judías. Wikipedia.
[4] La mujer en el judaísmo
ortodoxo cumple un rol muy importante, ya que según esta corriente, el hombre
necesita a la mujer (y no al revés), la mujer se conecta constantemente con
Dios mientras que el hombre tiene que rezar con 10 personas para llegar al
mismo nivel. Wikipedia.
[5] David Baldacci. Frío como el acero.
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