A veces las
palabras resultan ser muy frágiles. Otras, pueden ser peligrosas. Unas más
serán de esperanza, aún de fe, pero todas las palabras tienen su connotación y
su contexto, sacadas del contexto, son solo palabras.
Y como palabra
pueden tener muchos significados y por la entonación, muchos más. Si son solo
palabras buscadas en el diccionario pueden ser eternas, mientras no se
conviertan en arcaicas y una vez allí, no hay poder humano para resucitarlas.
También
pueden ser innovadoras o simplemente nacientes, como aquellas que empiezan a
nacer como neologismo.
Y las
palabras son solo un rasgo humano, aunque es bien cierto que ciertos animales
las entienden, baste preguntarle a una mascota, reacciona ante ellas. Quién es
el perro más lindo del mundo? Y la cola la batirá como si fuera una verdad
celestial.
Parola,
parola, parola, por ejemplo (y si el lector es tan viejo como yo, sabrá que no
me refiero a la malpensante que antaño solíamos mencionar), sino a la versión
italiana, aquella cantada por Silvana di Lorenzo (o Alain Delon o Mina), tan
solo palabras hay entre los dos. Varios significados para una frase,
dependiendo de connotación o contexto.
Y todo este
discurso a dónde conduce? A una promesa de amor eterno, siempre dicha, casi
siempre sentida, pero efímera y relativamente fugaz: una mueca de ironía, qué poco había durado aquella eternidad, qué
efímera, qué malditamente fugaz había sido aquella sutil infinitud de amor
apenas recién estrenado.
Es una
promesa de amor eterno, en sus diferentes variantes, pero que conlleva la idea
final. Sin embargo, casi siempre, se diluye en el tiempo y esa eternidad
termina en un momento y la fatalidad llega con ella.
Por
siempre, para siempre, simplemente siempre. Siempre, toda la vida, toda la
eternidad, hasta nunca jamás. Y rota la promesa, seguro viene otra eternidad,
dicha en otra oportunidad, donde se piensa que sí es para toda la eternidad.
Te amaré
toda la vida,
Todos
los días, los meses, los años…
Recuerdo
haber leído, hace muchos siglos y no recuerdo en dónde, que la promesa más
humana, más real es aquella que alguien dijo, algo así, te amaré mientras te
ame.
Eso me
llevó a pensar que las eternidades solo se dan en el cielo, porque aunque la
vida parezca eterna, lo que parece no suele ser.
Scire quando
loqui magnum est, sed scire quando tacere maximum est.
JULIA DOMNA
«Es importante
saber cuándo hablar, pero es mucho más importante saber cuándo callar»
La
sospecha de Sofía. Paloma Sánchez Garnica.
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