- En efecto, este planeta está gobernado por cobardes, por miedosos, temerosos ante la opinión pública, del qué dirán, del qué escribirá la historia sobre ellos y es un hecho que cada día se corrobora más y sobre todo en esta pandemia. Y que conste que no estoy hablando de un país en particular, incluye a todos a los que se les mire.
-
Y a qué se debe
la piedra, pregunta con algo de sorna.
-
Pues a los
rebrotes, por culpa de estos rebrutos que gobiernan, que miran a sus vecinos
desconfiados, reflejando su propia desconfianza y por ende, su propio miedo, no
a atinar, sino a no pasar a la historia como prohombres que supieron hacerle
frente, adecuadamente, con inteligencia, con sentido común. Les tembló la mano
para tomar las medidas que debían tomar, por miedo a volverse impopulares.
Tenían una pandemia, pues tenían que tomar medidas extremas, confinarse el
mayor tiempo posible y luego de descubrir la vacuna, continuar encuarentenados
hasta que llegaran al porcentaje de rebaño. Sí, sé que la economía se jodió,
pero se hubieran levantado antes si lo hubieran hecho como debía hacerse y si
hubieran tomado medidas para protegerse. Y para colmo, con aquello de los
derechos humanos, el derecho a decidir. Eso sí que los acabó de joder. Y para
colmo, con los hermanos terraplanistas, los antivacunas, si serán brutos. Es
que no han visto las pruebas de cómo es la tierra. Ignorantes y por culpa de
ellos… es que… es que son bien brutos, para no decir más.
-
No conocía muy
bien esa faceta tuya, insinuó con sarcasmo.
-
Sus derechos? A
la mierda, les repito. Acaso no tenían ya el discursito aquél de que el bien
general prevalecía al particular? Pero cuando realmente debe ser usada la
palabreja, por miedo, por cobardía, no la aplican. Bastaba con ordenar que todo
el mundo, entendido todo el mundo, es decir urbi et orbis, se recogiera y
atendiera las órdenes que se les daba. Pero no, todos los gobiernos estaban aculillados,
esperando a ver cómo le iba al vecino y si le iba bien, preferían no seguir su
ejemplo. Pero no, el derecho a la autodeterminación. Cobardes! Gobiernos
cobardes! Si se hubieran adoptado desde el primer momento medidas drásticas,
haciendo valer el derecho de todos sobre el del resto de ignorantes, no
estarían en la sexta escalada, en crisis tras crisis y con las variantes que
terminan de inventarse y todo por ponerse a abrirse de piernas antes de tiempo.
Y ya casi terminando de llegar al estado de rebaño, les dan derechos a los
antivacunas para que lo sigan propagando; un rebaño guiado por un pastor de lo
más ignorante, que permiten que sigan poniendo en peligro al resto de humanidad
cuando ya están a punto de superarse. Deberían morirse de antemano…
-
Pero eso no se
dice, señor, quién sabe qué van a pensar los demás…
-
Me importa una
mierda, si yo tuviera el poder, si se hicieran las cosas a mi modo, pero el
libre albedrío concedido, lo que me faltaba…
-
Entonces ya se
desahogó lo suficiente, terminó diciendo Luzbel. No lo veía tan berraco desde
el diluvio universal.
-
No todavía me
queda un poquito de piedra, pero al menos dije un poquito de lo que quería
decir. El exceso de derechos los jodió y la falta de obligaciones fue su
perdición. Si yo hubiera estado al frente, otra cosa habría sido. Me arrepiento
de haber trabajado ese sexto día de la creación, me lo hubiera saltado y
hubiera descansado, hoy no estaría tan desilusionado.
-
Mi Dios, la vaina
se le salió de las manos hace rato, concluyó el Diablo.
-
Sí, cosa jodida,
se limitó a decir Dios, con esa cara que se pone cuando ya no hay remedio.
Tiempos modernos!
En efecto, a diferencia de los otros animales,
el hombre está dotado de razón. Y ese hecho lo vuelve superior. O por lo menos
así se sigue creyendo, a pesar de todas las pruebas en sentido contrario que
los propios hombres jamás han dejado de exhibir a lo largo de su secular
historia.[1]
[1] Andrea Camilleri. El primer caso de
Montalban.
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