Revisando alguna normatividad, no
porque tenga deseos de profundizar en las materias jurídicas, sino por el mero
capricho de ver qué iba pasando en este país y de poder ilustrarme sobre la
forma en que las estupideces se acumulaban en ellas, aclarando que es lo que me permite pasar el
rato en momentos de extremo aburrimiento.
Se encuentra uno con toda una selva
de locuras. Redacciones que dejan mucho qué desear. Ortografías indignas de
legisladores, quienes a decir la verdad, no se precian de ser ni de tener siquiera
una cultura mediana, de allí las barbaridades. Pensamientos que le inducen a
uno a pensar a quién están beneficiando (y no es a los muchos). Todo un
variopinto de regulaciones que dejan mucho qué desear, que dejan mucho en qué
pensar, me repito.
Y veo otras, las pocas, con un
lenguaje grandilocuente, propio de estas épocas que a lo lejos deja ver que no
fueron escritas por los congresistas -pues su cultura no da para tanto, insisto-
pero con adornos propios para que lo que debería ser entendible y simple, termina
en un discurso rimbombante que exuda sapiencia. Una ley entre más enredada,
mejor, se piensa ahora. Baste ver el estatuto tributario, con eso basta.
Y entre ellas me topo con la Ley
2113, sobre consultorios jurídicos y me sorprendió lo bien escrita que estaba,
lo que excluía que hubiera sido escrita en el congreso, que como han notado, no
es santo de mi devoción. Pero lo que me llamó la atención fue que entre tanta
gradilocuencia, era mucha la mierda que se decía, sin decir a la larga nada.
Algo así como que es un
escenario de aprendizaje práctico de las Instituciones de Educación Superior,
autorizado en los términos de esta ley, en el cual los estudiantes de los
programas de Derecho, bajo la supervisión, la guía y la coordinación del
personal docente y administrativo que apoya el ejercicio académico, adquieren
conocimientos y desarrollan competencias, habilidades y valores éticos para el
ejercicio de la profesión de abogado, prestando el servicio obligatorio y
gratuito de asistencia jurídica a la población establecida en la presente ley. O que garantiza procesos de aprendizaje a
partir del acercamiento de los estudiantes a las personas en condición de
vulnerabilidad, la sociedad, las necesidades jurídicas que enfrentan y los
contextos en que se desarrollan, al igual que fomenta el desarrollo de
estrategias y de acciones de defensa de sus derechos dentro de estándares de
innovación, calidad y actualidad, colaborando con la administración de justicia
y asegurando el cumplimiento del derecho de acceso a la justicia. O que a
través de la Innovación
jurídica. Propiciar, a través de la Institución de Educación Superior, el
conocimiento científico, reflexivo e innovador del Derecho, contribuyendo a su
vez con la transformación digital para el fortalecimiento de su ejercicio,
atendiendo a las realidades contemporáneas de interés para el campo jurídico y
que tengan impacto sobre el contexto socioeconómico de las comunidades donde
ostenta influencia la facultad de derecho.
Y eso me llevó a recordarme en mi
vida de empleado. Cuando tenía que hacer informes. Aprendí que a nadie le
gustaban los informes concretos, precisos, eso se dejaba para el resumen
ejecutivo que debía anexarse (es decir, el que leían a vuelo de pájaro los
ejecutivos, los que no tenían tiempo para leerlo, pero que sabían que tenía que
presentarse).
Y si eran informes para descrestar,
aprendí a hacerlos. Con la misma gradilocuencia, rimbombantes y exudantes de
sapiencia suma. Para escribir mierda, igualmente era bueno, bastaba que me dijeran
cómo lo querían y así era escrito. Mi Dios me dio la virtud de escribir
medianamente bien. Y tratándose de mamotretos, que por definición nadie leería,
logré sacar a flote a alguno que otro jefe, que terminó agradeciéndome haber
escrito más de la cuenta. Hay que saber meter el veneno y las exculpaciones,
así también me salvaron en algunas oportunidades mis propios informes.
Y todo este discurso para nada más
decir que me quejo de lo que algún día fui y en mi defensa digo: para eso me
pagaban. Yo también busco respuestas exculpantes! Nadie es perfecto! (lo
digo sin sonrojo pero con sorna). Todos somos pecadores!
Cada hombre tiene recuerdos que sólo contaría
a sus amigos. Conserva cosas en la mente que incluso no contaría a sus amigos,
sino sólo a sí mismo, y en secreto. Pero hay otras cosas que un hombre tiene
miedo de revelarse incluso a sí mismo, y cualquier persona de bien tiene un
cierto número de cosas de este tipo apartadas en la mente. Dostoievski,
Memorias del subsuelo.
No está bien cuando aquellas cosas apartadas emergen. Todas de golpe.
Excelente reflexión!
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