Algo me hizo recordar que somos
protagonistas de la historia. Invisibles sí, pero de alguna manera
participantes, generalmente indiferentes.
La época de la guerrilla, la toma del
Palacio de Justicia, bomba en el edificio del DAS, atentados por aquí y por
allí, cercanos a los sitios que frecuentaba laboralmente. Luego la época de los
narcos, en que cualquier moto pasaba al lado echando bala. Entierro de Galán.
El asesinato de José Raquel Mercado (ya nadie le recuerda).
Y anteriormente, la venida de
Kennedy por allá en 1962. La de Pablo VI por allá en el 68.
Todos hechos históricos que de cualquier
manera fui testigo, cercano o un poco más alejado. Como la del paso de una
Bogotá pueblerina a la gran ciudad que ahora es, con el nacimiento de los múltiples
edificios que hoy nos rodean que ya superan los cincuenta años de construidos.
Pasar de un aeropuerto en Techo a Eldorado, ya hoy moderno. La ciudad creció
sin darme cuenta, como, sin darme cuenta, pasé de la vieja máquina de escribir
a la eléctrica al ahora computador.
Y así podría escribir sobre el
testimonio que podría dar de todo lo que durante mi vida he visto, he oído, por
ser testigo inmediato o no tan inmediato, pero al fin de cuentas testigo y solo
hablo del testimonio de la historia que me rodeó durante los últimos sesenta
años y nunca sentí que pude ser un testigo de ello, pues hasta ya los recuerdos
de mi propia vida, de la que he sido testigo, inmediato, se han ido esfumando,
sin saber que la historia pasó a mi lado y no me di cuenta.
Y hoy, todos esos cambios generados,
todos esos hechos ocurridos, se han evaporado y ni recuerdo fiel queda. Un
lugar en que había puro potrero se convirtió en un barrio y el tiempo barrió
con todos esos lugares y hoy solo se ve el progreso, si se puede llamar así, altos
edificios, grande avenidas que ocupan el lugar de lo que alguna vez tuvo la
posibilidad de un recuento histórico, que hizo que desaparecieran lo que eran,
como si nunca hubieran existido. Y todo pasó bajo mis propias narices y no me
di cuenta.
EN TODOS LADOS
HAY CALLES,
QUE ESPERAN
VERTE PASAR.
HAY UNAS QUE NO CESAN
DE PREGUNTAR.
HAY OTRAS QUE SOLO
TIENEN RESPUESTAS,
QUE NO QUIERES ESCUCHAR.
CALLES A LAS QUE ES
TAN FÁCIL NO AMAR!
PERO HAY OTRAS CALLES QUE
SABEN CALLAR Y QUE
TOMAN PARA SÍ
TU SOLEDAD.
CALLES, PARA QUE CALLES
CALLES DONDE ES GRATO
REGRESAR!
Foto JHB (D.R.A.)
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