miércoles, 20 de septiembre de 2023

PERSPECTIVAS

                Al escribir este título, algo me dijo que debía tener certeza sobre su significancia. Pensé que era un término simple y sencillo, pero me sorprendió que no había tal, pues además de las definiciones de arte y arquitectura me encontré, según la Real Academia, con las siguientes acepciones más interesantes:

 

3. f. Panorama que desde un punto determinado se presenta a la vista del espectador, especialmente cuando está lejano.

4. f. Apariencia o representación engañosa y falaz de las cosas.

5. f. Punto de vista desde el cual se considera o se analiza un asunto.

6. f. Visión, considerada en principio más ajustada a la realidad, que viene favorecida por la observación ya distante, espacial o temporalmente, de cualquier hecho o fenómeno.

 

                Y eso me hizo perder la perspectiva inicial sobre el escrito y me hizo pensar cómo algo puede dar un vuelco tan curioso, donde la perspectiva es solo apariencia, aunque visto así, se mantiene la idea de lo que iba a escribir.

 

                Y me refiero a preguntas retóricas, como acostumbro. En este caso hace referencia a maximizar muchas cosas que no tienen razón de ser para proceder de esa manera.

 

                Digamos la primera: ¿El mundo es mejor que hace cincuenta o cien años? Según se vea, lo puede ser, pero de igual manera, puede que no. Son muchos los factores determinantes para dar una respuesta adecuada. Lo que ahora sé es que este es el mundo actual y como tal hay que asumirlo sin caer en sentimentalismos hoy innecesarios, aunque claro está, el mundo pasado nos ofreció en su momento igualmente momentos de satisfacción y felicidad.

 

                Otra puede ser: ¿quién compra un teléfono de hace treinta, cincuenta o cien años? La respuesta más lógica es que un coleccionista, ¿quién más? Y eso me lleva a preguntarme sobre los coleccionistas, ¿cuál el afán de coleccionar? ¿Serán unos recolectores compulsivos? ¿Fuera de gastar la plata -o invertir, dirá alguien- qué objeto tiene tener un objeto en una caja fuerte? Tener guardada una moneda romana, los calzones de Marilyn Monroe, la camisa sudada de Michel Jordan o el clavo de Cristo?

 

                Otra más. El maximizar las cosas para engrandecer el orgullo -si así puede llamársele-, cosa muy peculiar en los paisas que se fue extendiendo a todo el país. La eterna primavera y casi todos los días amanece nublado y es más ese calorcito bochornoso, sin pretender demeritar la ciudad, en este caso. O el país de los dos océanos -como si fuéramos el único-, o de las esmeraldas, -como si fueran nuestras-, o el café más suave -sin tener conciencia de qué es suavidad- y así podría extenderme ad-eternum.

 

                No sé si el asunto nació de los gringos, de la época en que como bobos soltábamos baba al ver un mono por estas tierras o por la manía de copiar todo lo que de allí llegaba. No lo sé, pero esa maña para vender algo que no necesitaría ensalzarse demasiado, nos ha llevado a siempre a maximizar, con o sin razón, y por eso aquello de agregarle a todo: el más, el único, y resto de adjetivos que solo buscan en últimas minimizar a la competencia. Y esas ínfulas serán las que nos han llevado a la competitividad, en todas las gamas visibles, competencias irracionales, cuando se ven desde la perspectiva de un viejo que ya no tiene que competir.

 

                Como sea, para el caso que nos ocupa, la cuarta acepción es la más aplicable, ¡porque los colombianos somos los más berracos! (¿)

 

Tomado de Facebook
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No se permiten pensamientos de loca.[1]



[1] La paciente silenciosa. Alex Michaelidis.

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