viernes, 29 de septiembre de 2023

ANUNCIOS DE PREVENCION

                No sé a qué genio o a qué universidad gringa de genios se le ocurrió que era desmotivante para el fumador que una grotesca fotografía apareciera en la cajetilla o en el sobre de picadura y que el Fumar mata fuera impreso veinte veces más grande que la marca de la picadura o el cigarrillo. Y creo que mayor la estupidez de los legisladores que hicieron de esas fotos una obligación desmotivante, y solo para copiar la idea de lo que hizo algún tipo de país civilizado, cuando de por sí la foto o la leyenda no desmotivan al que fuma, eso está claro.

 


                Y hay fotos grotescas, denigrantes, aborrecibles de cánceres y todo tipo de tumores propios de un tratado de oncología de la peor visión. Quién en su sano juicio utiliza esas imágenes para dar temor? Solo un nazi, un estalinista o un degenerado.

 

                Y eso ha desmotivado el fumar?, me he preguntado. Vicio es vicio y como toda madre hay que respetarlo. Pero el que se lo ideó tiene problemas mentales o es un sicópata, un degenerado, un sádico o un pervertido si se observan con cuidado las fotos que obligaron estampar a los tabaqueros; no hay de otra, he visto en ellos fetos, tumores desagradables a la vista, amputaciones, cánceres de los más feos y todo porque alguien dijo que eso desmotivaba la fumadera. Pura mierda, digo perdón, eso no es cierto, al fumador lo que le importa es fumar (mientras fumo absténgase de respirar, decía el grafiti, por el derecho que también les asiste). Cada cual puede matarse como quiera.

 


Pero me he preguntado por qué en los empaques de glifosato no les obligan a poner esos anuncios grotescos de muerte inminente, cuando resulta más peligros que el mismo tabaco? En las pinturas o en los revestimientos o el teflón o en el microondas que después de mil años vienen a decir que como que es malo para la salud? O al aguardiente? Porque también es vicio y también mata, como la vida misma.

 


Lo que resulta cierto es que a cualquier fumador que se respete le tiene sin cuidado la foto que le pongan y por el contrario, se debería demandar a quienes tuvieron la idea perversa de obligar a esa degradación, mientras que no obligan a los otros que matan peor que el cigarrillo y eso que no menciono las pastillas, jarabes, inyecciones y demás elementos de la farmacopea que tiene efectos secundarios igual de graves.

 

En todo caso, solo quería dejar ver mi molestia y dejar en evidencia al pervertido que tuvo esa genial idea, pues se la debe gozar viendo las fotos de las cajetillas, si es que en casa no tiene una colección.

 

El Conde hubiera preferido caminar por una calle vacía, sin rumbo y sin prisa, dedicándose a pensar lo que el cerebro quisiera pensar, pues, al fin y al cabo, él no era más que un cabrón recordador, como le decía su amigo el flaco Carlos.[1]




[1] La cola de la serpiente. Leonardo Padura.

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