Para
ayudar a que la CIA perfile mejor mi propio perfil y la opinión que de mí
tienen sus archivos, suponiendo que el gran hermano se ocupa de todos nosotros
y viendo todas las series policíacas gringas y no gringas, me causó curiosidad
y gracia la labor de los negociadores en momentos de tensión frente al criminal
cogido en flagrancia, lo que lo liga en clara lógica a ser un criminal y no hay
duda de su condición. Oía el discurso preestablecido, escrito en sus propios
protocolos, supongo, pues están dados a tener protocolos para todo, hasta para
ir al baño, supongo además y así han pretendido imponérnoslos.
Decía
que los discursos preestablecidos para disuadir al criminal para que baje el
arma o para que suelte algún rehén, como muestra de buena intención, resulta
ser un discurso de lo más estúpido, si se me permite afirmarlo, sea ante un
criminal o ante un suicida (mire el porvenir que le espera -la cárcel o
la muerte, diría uno-; no sabe el daño que le haría a su familia -cuando
el daño ya está hecho-).
El
criminal debería tener bien claro el futuro que le espera, cárcel o muerte,
pues está claro que en justicia no se puede salvar ante las evidencias, aunque
aclaro que con tanto abogado torticero, todo es posible. Cómo es posible entrar
a negociar con un asesino, que no va a dejar de serlo, no debería haber ningún
tipo de negociación, pues de hecho ya le quitó el derecho a alguien y por ese
mismo hecho, perdió todos sus derechos, hasta el de vivir, o no?
Tratándose
del suicida, con motivos suficientes para él para realizar ese acto, más los
factores depresivos y eventualmente una crisis demencial permanente, diría uno
cómo se dejan convencer con esos estúpidos discursos de policía de jolivud.
Estando en pleno siglo XXI ya deberíamos estar tan avanzados que deberíamos
ayudar a los suicidas, asistiéndolos en el cumplimiento de sus deseos y así evitar
daños colaterales, me digo.
El
exceso de humanismo que se predica respecto de quienes han renunciado a sus
derechos y deberes nos está matando, pues hemos terminado en reconocerle más
derechos a quienes nos los arrebatan y fuera de eso terminan siendo mantenidos
con nuestros impuestos, por lo que en medio de tanta estupidez me pregunto si
acaso los que sí pagan impuestos, de alguna manera, y respetan además los
derechos ajenos, de alguna manera, y cumplen con sus obligaciones, de alguna
manera, no tienen más derechos que esos otros que se carcomen y destruyen la
sociedad.
Pregunta
retórica, aunque con tanta hipocresía actual, donde nadie quiere decirlo de
frente para no ser rechazado, supongo, o falta de calzones para hablar de
verdades, los otros seguirán ganando apoyados hoy por sendos izquierdosos que
se están llenando de plata, como lo hacían los derechistas a los que tanto
criticaban.
Pero
bueno, el discurso me salió desde la placidez de mi comodidad y por eso le
recomiendo a la CIA para que redefina mi perfil, la derecha es lo mío y sobre
todo por la permisividad del pensamiento actual.
Ave
César!
… él mismo, le confesó
entonces, los ojos húmedos de miedo trascendente o de dolor por las pérdidas
sufridas, más de una vez había sentido, como el muchacho, unos incontrolables
deseos de mandarlo todo a la mierda, aburrido de cargar con un estigma ancestral
por cuya persistencia él no había hecho nada, en ningún sentido.[1]
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