miércoles, 8 de noviembre de 2023

PIES

También en ese instante se había detenido a observarse los pies, con la recurrente conciencia de que habían sido y seguirían siendo los conductores de su destino.[1]

 

                Esta frase me llevó a pensar o, mejor, a tomar conciencia de la importancia de mis pies (término con el que incluyo a las piernas, rodillas, muslos y demás componentes por mí ignorados, todos ellos).

 

Ya entrado en la senectud, cuando los pies comienzan a arrastrarse así no se quiera, adquirí conciencia de ese compañero de sesenta y pico de años que me han aferrado y acompañado a lo largo del camino de este planeta y a decir verdad, a los que también me he aferrado. (Como dato curioso, Google Maps me informó que al finalizar el año 22 había recorrido el 43% de la esfera terrestre y durante el primer trimestre de este año había sido el 2%. Lo sé, datos inútiles, pero llamativos como para preguntarse cuántas veces en la vida, así sea con pasos rutinarios del día a día, ha dado la vuelta a la circunferencia terráquea o cuantas veces pudo haber ido y venido a la y de la luna; lo sé, preguntas retóricas que tampoco sirven de nada).

 

Entonces los pies me han llevado a los pasos, los buenos y los malos pasos que he dado y no sé si seguiré dando, en esta vida. Testigos de las diversas situaciones de mi vida, buenas, no tan buenas y hasta regulares o malas, testigos igualmente de mis círculos repetitivos o viciosos, si se quiere (supongo que de allí las frases de mal paso, buen paso, recoger los pasos, devolver los pasos). Permanente e indiscutible compañía y a los que he abandonado, pies y pasos, al suponer que son imprescindibles, obligatorios, que para algo están, olvidando naturalmente su importancia y que sin ellos, no estaría aquí, bien o mal. Tantas veces son ellos, mientras estoy en piloto automático, los que han dirigido, decidido y actuado por los diversos caminos de la vida, guiados por su propia autonomía, o tal vez por un mensaje cerebral inadvertido que indicaba el rumbo que se debía tomar, mensaje subliminal recibido de un subconsciente inconsciente.

 

Olvidados los pies, los pasos evaporándose en los recónditos escondites de la memoria, qué falta de cuidado han tenido y todo lo que han servido, me digo mientras me masajeo los primeros, reconociendo en tales movimientos el placer de la calidez y descanso que da un buen masaje. Y los pasos, como dije, tratando de que no se evaporen demasiado rápido, tratando de retenerlos para que el recuerdo perviva así estén distorcionados.

 

Se miró los pies, otra vez estaba en camino[2].

Foto JHB (d.r.a.)


[1] La transparencia del tiempo. Leonardo Padura.

[2] Padura.

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