miércoles, 13 de marzo de 2024

Ñ

                 Me llegó una historia sobre la letra eñe bastante interesante, desde su nacimiento -producto del ahorro del espacio por aquello del costo del papel- hasta su querida desaparición, cuando los europeos propusieron su eliminación, pues España era el único país europeo que la utilizaba y dañaba los estándares del teclado de computadores, menos mal no pudieron.

 

                Por esas casualidades de mi pensamiento (pero qué casualidad, dirá alguien), me di cuenta que todas las letras del alfabeto eran féminas, de la a a la zeta, el único masculino entre ellas era el alfabeto (habrá alguien que le critique por ser el patriarca). No habrá motivo para denunciarlas por sexismo? Por segregación? Por discriminación? Pero como fue la real academia quien lo dispuso, que se ha de hacer, si ella igualmente es fémina.

 

                Aunque como venganza masculina, caí en la nota de que todos los números son masculinos, del uno al nueve, incluido el cero, lo que ya es un consuelo.

 

                Y cuando hice el comentario de las letras féminas, uno de los genios de mis hermanos saltó diciendo: Pero la hache es muda!

 

                Sí, pero sus mañas se da para hacerse notar, repuse. Lástima que solo sea una muda.

 

La gente sabía y sentía cosas que él nunca había sentido. Él pensaba que sabía lo suyo, y cuando era niño creía saberlo todo. Pero ya no pensaba igual. De lo único que uno puede estar seguro es del interior de su propio cerebro, y hasta en eso cabe equivocarse. «Ni siquiera me conozco a mí mismo», pensó. (…) Y a medida que pasaban los años la entendía menos aún.[1]

Tomado de Google


[1] El jardín de las sombras. Ian Rankin


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