miércoles, 26 de abril de 2017

AMNESIA INFANTIL


Qué tamaño tiene el tiempo en la infancia?  (1)


Por fin logré encontrar alguna explicación a la amnesia que tenía yo de mis primeros años de vida, respecto de los cuales no tengo noción de mí mismo, ni de mi alrededor. Se llama amnesia infantil y parece que la padecemos la gran mayoría de humanos (mal de todos, consuelo de tontos?). En alguna oportunidad comenté que no recordaba nada de los aproximadamente seis primeros años para atrás, feliz yo, porque es la época de la tiranía, de la pequeña dictadura a lo Napoleón o Hitler. (Venga a dárselas, que palo fue lo que recibió cada vez que le daba una pataleta).

Y el estudio debió ser muy serio porque lo hizo la universidad de yonosequé de noseendónde y fue titular de prensa, lo cual respalda las barbaridades que pueda hoy decir.

La llamaron memoria amnésica infantil o memoria ficticia. Corresponde a la edad en que el hipotálamo y el cerebro con el cerebelo se van iniciando en el proceso de la perfección, hasta donde entendí todo el palabrerío. Que la mayoría no recuerda, pero hay, como en todos lados, un pequeño porcentaje que se acuerda desde la gestación (no entendí bien si al momento de la unión esperma-óvulo en ellos empezó el diálogo, pero bueno, allá los que pudieron vivirlo, por mi parte no sería de mi gusto haber sido partícipe consciente de ese acto).

Otros sí recuerdan. Yo no recuerdo, como si no tuviera recuerdos y mis recuerdos son distorsionados con conversaciones que inician con aquello de “te acordás cuando…” Debo limitarme al ajá, porque si a duras penas me acuerdo del ayer y más ahora que leí que tenemos también una memoria selectiva, igualmente decidí seleccionar mis recuerdos, de todos modos proclives a ediciones, revisiones, reediciones, con mejoras y anotaciones al margen, cómo creerme yo mismo? Cómo fiarme de recuerdos que son afirmaciones ajenas de lo acontecido en el pasado remoto de mi vida? Cómo hacerlo hoy que a duras penas me acuerdo de aquella frase dicha al aire: Te acordás de cuando hablábamos de seguido? Pero eso sí, a pesar de todo, cuando afirmo un recuerdo lo hago como si hubiera sido testigo presencial, a pesar de habladurías, el buen mentiroso, dice el manual, debe afirmar las mentiras como si fueran verdades indudables. Son mis recuerdos fictos y si a mi edad se perdona parte de mi amnesia, con mayor razón cuando era igual de irresponsable!

Todo ello me lleva a concluir que tal vez, sólo tal vez, fuimos lo que nos contaron, pero no contamos con seguridades de la fiabilidad que pueda tener el que nos la contó. Es decir, de aquellas épocas sólo somos los soplos que logramos oír, tergiversados, insuflados, demeritados o sobrevalorados, depende del cariño del que nos lo contó! Porque de pronto, sólo de pronto, eso sentencia que nos dijeron profética y envidiosamente los hermanos mayores, puede llegar a ser verdad: usté es recogido!

Hoy parece que estoy un poco mejor, y los médicos dicen que no me encuentran nada; como si la edad no fuera una enfermedad, pero lo es, querido Guillermo, lo es. Lo peor es que te priva de los recuerdos. (2)





[1] Saramago. Moliere y la curruca.
[2] Julia Navarro. Dime quién soy

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