La dictadura de un niño mal educado es
implacable.
Hoy, los adolescentes mandan.[2]
Es el
título de una entrevista que Semana hace a un siquiatra (Carlos Pol, no sé
quién sea pero lo apoyo). El artículo culmina con: Se les debe
castigar, corregir y eliminar cierto tipo de situaciones, circunstancias y
ambientaciones que causen esos actos violentos. Estamos dejando que crezcan
generaciones de monstruos que serán agresores y transgresores, todo porque no
se les paró a tiempo y no se les castigó.
Voy a hablar por mí, que como ya
sabrá no soy objetivo en ciertos temas, por lo que si no quiere oír mi opinión
al respecto, lo mejor es que deje aquí la lectura y haga de cuenta que no ha
pasado nada, siga siendo el padre que quiere ser o el abuelo que le tocó ser,
pero después no se queje, si la siguiente generación que es la que cría, le
parece monstruosa, tal como sugiere el título de hoy.
He visto
en los últimos años, digamos que pasados los 90, una serie de actuaciones
paterno-infantiles que me han puesto a pensar. Situaciones como pataletas de
muchachitos que hacen escándalo en un centro comercial porque no les dieron
gusto por alguna pendejada. Muchachitos que en momentos de piedra comienzan a
pegarle a la mamá o en otros casos extremos, de estrato dirán algunos,
pegándole a la muchacha en la que delegaron la responsabilidad de educación.
Muchachitos que se tiran al piso en ataque de histeria. Padres, particularmente
madres, que no pueden controlar al muchachito y se nota la incompetencia de
control. (Nada más pongan en búsqueda de internet “niños histéricos” y verán
resultados). Y naturalmente todas estas situaciones, sin eufemismo, me emputan.
Y eso ha traído sus consecuencias:
hoy ya las nuevas generaciones de jefes vienen a empezar a sufrirlo. Todos esos
gamines que no fueron corregidos en su momento, hoy empiezan a ser jefes y en
sus momentos de indecisión para la toma de decisiones, el único camino que
tienen es el de ser hampones o si lo prefieren, jefes monstruos. Y los hijos de
ellos, siguen el mismo camino y todo por no haber tenido correa suficiente para
haberlos detenido a tiempo. (La dinámica empieza
cuando a los padres les da miedo ponerles límites a sus hijos y la famosa
calidad de tiempo es usada para convertirse en sus empleados. Incapaces de dar
una orden sin explicaciones ni de decirles un no perentorio sin tener que
rendirles cuentas, preparan el terreno para que cuando el
niño se vuelva adolescente los vea como unos ineptos.[3])
Cuando presencio esas pataletas si
pudiera verme en un espejo, mi cara reflejaría desprecio por ese padre que no
puede controlar a su hijo bestia y al muchachito lo miro con odio. Qué vaina,
pero es así y no me voy a excusar, eso me sucede. Naturalmente no me meto en el
lío, porque como decían antaño, en pelea
de liberales el muerto es godo. Mi cara es diciente. O como decía mi mamá: le faltó juete por comida.
A nivel
anecdótico y por referencias maternas, porque no me consta, cuenta la señora
que cuando chiquito me daban pataletas que sabiamente fueron curadas por mi
papá algún día que lo presenció. Y santo
remedio, concluye mi mamá siempre que hace referencia a ese episodio. Mi
papá –que solo recurrió a tales actos como situación extrema, al contrario del
pensamiento materno- se quitó la correa y con unos buenos juetazos que me dio,
al parecer nunca más di espectáculo.
Naturalmente
me crié con bastantes hermanos, en donde el chancletazo, el correazo o el
cocotazo no faltó. Ninguno de esos nos idiotizó (o por lo menos hablo por mí) y
sigo insistiendo, a Dios gracias en esa época no había tantos derechos humanos
ni del niño, que es lo que estupidiza a la sociedad actual, al no comprender
que lo que tienen los seres humanos, más que derechos, son deberes y bajo esta
comprensión, seríamos mejores personas.
Pueden
tildarme de lo que quieran, sinceramente me tiene sin cuidado. Solo es una
reflexión que expreso, tal vez podía haberse dicho en otros términos, más…
adecuados? Pero por qué tener que decirlo de otra manera? Para no ofenderlos? Y
a propósito, quienes deleguen la educación de sus hijos en sus padres, es decir
a aquellos abuelos que les toca asumir la responsabilidad ajena, he visto a
varios ancianos esperando a que lleguen sus nietecitos
del colegio y además de tener que alzarlos deben cargar con el maleterío de los
muchachitos. En muchas caras he visto el malestar no expresado de esos abuelos
que por obligación les toca. No hay derecho, bien o mal, no deberían endosarle
esa responsabilidad a quienes, responsable o irresponsablemente, ya cumplieron
con su deber.
Esta
molestia mía, debe interpretarse respecto de situaciones aplicables a los
hechos denunciados (aplican restricciones
diría el anuncio), porque como contrapartida he visto que aún quedan niños
decentes, padres responsables y abuelos que con gusto sanamente malcrían a sus
nietos y muchachos que fueron educados dando las gracias cuando se bajan del
bus.
En
conclusión, por lo general estamos educando gamines pero queremos que el
resultado sea de ángeles. Después no nos quejemos! (La
dictadura de un niño mal educado es implacable y utiliza instintivamente la
culpa fundamental que padecen algunos padres para chantajearlos y dejarlos sin campo
de acción. Casi hay que pedirle cita para reprenderlo.[4]
Y ella concluye: Padres de hoy, ¿no les da más miedo
criar Trumps y Maduros?)
Amén, oigo decir a ciertas personas,
al terminar con esta mala leche mía y por culpa de los artículos que otros publican (!).
-
Todos somos lo que somos como consecuencia de algo
—afirmé con rotundidad.
Foto: Google. Calvin.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwf0IcKbzAOjpwa6Prw363MGKsqurHqWSl2Mx6IJVjAe2qlahxdH94ZWu8Wa8BkDV0LP2CyplYy61gjaX4_BX9Wrznph3GFxYhVxheCYHGXCZTjSc-DC_ozc5tOwu8rX1fZY1ZsZ9W-vs/s1600/images.jpg
[2] Margarita Rosa de Francisco. Temer a los hijos. http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/margarita-rosa-de-francisco/temer-a-los-hijos-educacion-de-los-hijos-hoy-en-dia-77650
[3] Margarita
Rosa. Cit.
[4] Sigue siendo Margarita Rosa la que me ayuda con el tema.
[5] Julia Navarro. Historia de un canalla
No hay comentarios.:
Publicar un comentario