lunes, 3 de abril de 2017

QUE ME LLEVE EL DIVINO…


La cosa resulta ya tan normal que lo que
parece anormal es considerado anormal. [1]

Pareciera que la vida está diseñada para no ser perfecta, por un lado, ni afortunada, por otro.

Me recuerda a Momo, la obra de Michel Ende, gris, perseguida de gris, gris ceniciento, del color de la ceniza de los cigarros que precedían los desgastes, del gris de los abrigos de los grises funcionarios gubernamentales.

Aparentemente, solo aparentemente la vida ha de ser perfecta, pero como la regla general es que con la perfección debe coexistir la imperfección, así como lo bueno con lo malo para equilibrarlo todo, resulta entonces que la perfección que tanto se la ha endilgado a Dios es una mentira, es gris, es imperfecta y de allí que la vida no sea ni perfecta ni afortunada.

Y no quiero parecer gris, para estos efectos odio el gris.

Un buen día lo daña cualquiera. Una mirada de odio, una murmuración, una grosería, un empujón, un cójalo, cójalo, cualquiera de ellos oído o sentido en la calle ya es suficiente para malograr un buen día, de esos en los que uno se levanta optimista, de color azul celeste.

Entonces le replican, cuando cuenta el cuento, para qué le para bolas a los demás, si no fue con usté, si ni siquiera lo conoce, si ni siquiera es su problema y demás etcéteras, incluido el no se deje envenenar de personas tóxicas. Siempre me digo, para qué conté el cuento, fuera de que un extraño daña el día, un no extraño acaba de rematar, cuando supongo que uno solo esperaba a lo sumo un comentario, semejante ahh qué vaina, no?

Y pienso entonces, como diría un amigo mío: Cómo hago entonces para que no me dañen el puto día?

Lo que sí resulta cierto es que respirar profundo y exhalar profundo sirve para hacer evaporar el hijueputazo consabido.

Y yo, que inocentemente pensaba que este mundo invariablemente era bueno, vaya sorpresa que me llevo, a mi edad!


Foto: JHB (D.R.A.)


[1] Umberto Eco. De la estupidez a la locura. –Las contradicciones del antisemita.

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