Estaba entre el tintero el tema y una película
vista en Netflix me llevó a reencontrarlo. Héctor
y el secreto de la felicidad. Buena película. Basado en muchas frases allí
oídas me entretendré en este blog.
El tema lo tenía por todas esas personas que
en redes sociales se la pasan argumentando que Dios es mi señor, Cristo conmigo, pon me gusta si no te da pena decir
que Jesús está conmigo, y me preguntaba si será que con ese argumento eran
personas felices dado que la divinidad es el centro de su centro, pero son
realmente felices? Me preguntaba desconfiadamente, conociendo a la humanidad.
Teóricamente si la divinidad les concede su favor y les hace felices deberían,
por principio, ser personas felices y toda su vida debería girar en torno a esa
felicidad, pues qué más quieren si con ello lo tienen todo? Lo tienen todo, en
teoría, nada les falta y les sobra fe y la sudan por cada poro, al parecer. Sin
embargo se les nota angustiadas, preocupadas, agobiadas, todo lo cual riñe con
el estado de felicidad, de donde deduzco que o bien Dios no es la felicidad, no
tienen el gramo de mostaza, digo de fe suficiente o simplemente se mienten
ellos mismos.
Pero dejemos el tema de Dios y lo que se
escribe en redes sociales que parece que son frases de labios para afuera, como
para que la gente sepa lo que son (y oculten lo que realmente son, me digo… Ya empezó con el veneno, me dicen…).
Me centraba en el tema, a la pregunta: Es
feliz? Fácilmente se puede decir que sí, porque es una pregunta que no debe
hacerse, es retórica, sin respuesta, como Dios!
Entonces será que la felicidad consiste en
hacer lo que no se ha hecho? O está aquí y no nos hemos dado cuenta? O está acá
y pensamos que es para mañana? O no podemos ser felices hoy porque es un tema
para un mañana, cuando tengamos tiempo?
Y ya que entramos a filosofar, por qué no
pensar en otras preguntas, tales como: La felicidad consiste en no buscarla, en
no preguntarse, en no inquirir, en no angustiarse? O simplemente no existe, es
un mero concepto que nos enloquece e induce a su búsqueda, tan inútil como
buscar a Dios, al que nunca encontraremos? Conceptos sin significancia,
insignificantes a la larga, con significado equívoco y absurdo. O es mejor no
pensar en las cosas que no se pueden cambiar? Se es infeliz y punto.
O, ya que estamos en plan de preguntar, la
felicidad no será una locura, como lo es el horizonte, la esperanza? Un mero
deseo que ante su inexplicable existencia la llenamos como hacemos con la
fe? Por el hecho de buscarla no la
estaremos evitando? Es un acto conscientemente inconsciente?
O es un concepto subestimado? Es lo que no es,
pero que parece que es siendo? Seguro habrá un mañana, hasta que no llegue, me
digo.
La felicidad tendrá efectos colaterales o
secundarios?
Y aquí hago una parada.
Lo que sí resulta cierto es que la felicidad
es personal e intransferible, puede ser compartida, pero no le quita su
sustancia en cuanto no es esencial el ser compartida, pues solo requiere
individualidad. Y en la película me gustó una invitación que hace un monje
budista al personaje, que entre otras es siquiatra, que le dice: Ven, ven y vemos el viento. La libertad
de ver el viento, de escucharlo, de palparlo, de sentirlo…
Y otra frase que me gustó, explicativa por
demás, es que la felicidad es consecuencia. La felicidad entonces no es origen
ni originaria, simplemente es consecuencia de una acción que conlleva placer,
ganas, deseo, risa, alegría.
Y así debe verse, como consecuencia de algo
que nos llena de endorfina, la hormona de la felicidad y curiosamente es
segregada por el mismo cuerpo, gratis pero con efectos secundarios tales como
el placer, la gana, el deseo, la risa, la alegría.
Por eso me digo, no busque la felicidad ni se
haga tantas preguntas, solo siga haciendo todo lo que le gusta, hágalo con
berraquera y góceselo, que con eso ya es suficiente.
Pero me conozco, me seguiré preguntando, es lo
más seguro y este blog, fue un placer escribirlo.
… nuestro yo más joven siempre se resiste a hacer caso
de los consejos de los viejos.(1)
Foto: JHB (D.R.A.)